Misión imposible la de evadirse de la agobiante jaula de la realidad, mucho más si uno está encaramado a una columna como aquellos estilitas que clamaban en el desierto buscando un sentido a su narración… Bien, de corrupción va la cosa, algo tan viejo como la manzana de Eva, cuya persistencia desmiente ingenuos voluntarismos sobre el incesante progreso de la humanidad, y cuyo carácter es transversal a profesiones, ideologías y clases sociales. Si en un momento pareció que a los descamisados les iba a tentar más la moqueta, ya se ha visto que a las gentes de orden les puede la codicia, así que no hemos ganado gran cosa.
Un efecto colateral de los tiempos de zozobra es la proliferación de predicadores rigoristas que lo arreglarían todo a base de piras infernales y podando aquí y allá cargos e instituciones en plan jardinero infiel. Hay tertulias que son un prodigio en soluciones expeditivas. Pero lo peor-por peligroso- es la emergencia de salvadores / as, o regeneradores/as según la última acepción, que suelen acabar en un mero apéndice del insepulto fenómeno del berlusconismo (la alfombra roja de exenciones fiscales y cambios legales que el esperancismo ha dispuesto para el tal Adleton y su Eurovegas se le parece mucho).
Pero es viernes y Raquel, la forquillera, nos ayuda a sobrellevar el frío exterior y la desolación interior con su poción mágica de vinos y tapas.
9-II-13
Sábado ventoso y frío. Casi es un auto de fe salir a la calle, pero hay costumbres sagradas. Me preguntan por La Situación y no sé qué decir. ¿Cómo dar alguna respuesta coherente, un relato, después de haber cenado la semana anterior en Madrid con ex ministros, periodistas de alto copete y catedráticos de economía sin que brotara idea alguna, más allá del lamento más o menos lacrimógeno?
En la charcutería de Sa Plaça nos reciben disfrazados y con sonrisas. En La Murada nos cuentan un chiste de catalanes mientras observamos a unos clientes temerarios sentados en la terraza. En la calle, capazos (expresión aragonesa que significa pararse a hablar con alguien, coger capazos) de escaso recorrido entre ráfagas de viento gélido. Corto y cierro. Una cosa es fer ciutat, que decía Oliaigo Pons, y otra muy distinta fer s'ase.
10-II-12
Tras la nueva exhibición de Iniesta, al más puro y evolucionado "estilo Zidane", paseo bajo un tibio pero vigorizante sol por el "Podemó", que dice mi nieta para referirse al Port de Maó. Ambiente, el justito, con sensación depresiva agravada por la simultánea costumbre de muchos restauradores de cerrar en la empinada cuesta invernal, con lo que los pocos que se atreven a desafiar precios aéreos para visitarnos se encuentran deambulando perdidos por calles y muelles solitarios. ¿Dónde está un nuevo Alejandro Magno capaz de cortar el nudo gordiano? Porque a pesar de los denodados esfuerzos de nuestro alejandrino rey de la isla regia, seguimos siendo los parias de España en materia de transportes…
11-II-13
Por fin alguien en el poder dimite. Y ha tenido que ser un intelectual desubicado como el Papa Ratzinger el que haya dado el paso emblemático. Agobiado por el peso mediático de su antecesor, siempre se le ha visto desenfocado, incómodo y desbordado por el mundo líquido que le ha tocado vivir a él, hombre de solidísimas convicciones. Ni siquiera se salvó de las corruptelas en su propia casa y tuvo que tragarse el sapo de la traición de su secretario personal; en su haber, la sencillez frente a la opulencia mediática de su antecesor, y el haber puesto fin a la impunidad eclesiástica en los asuntos de pederastia. A sus ochenta y seis años se ha ganado el descanso.
Tras manifestar mi respeto por una decisión difícil, una reflexión: ¿No sería hora de que otros poderes peculiares de naciones fieles se aplicaran el cuento?
13-II-13
¡Oh, no, de nuevo Bárcenas!... Me refugio en mi incesante búsqueda de un relato coherente, o por lo menos de alguna reflexión digna de tal nombre sobre la crisis existencial que nos asuela. Como la de Francesc Borrell, profesor de Ciencias Clínicas de la Universidad de Barcelona en la revista "Claves" sobre las distintas formas de afrontarla:
-Narración culposa: "Hemos despilfarrado, no se puede gastar lo que no se tiene", etc. Da lugar a la resignación / reparación.
-Narración conspirativa: "Unas élites de poder han planificado este desastre para manejarlo todo en su beneficio..." Origina rabia / rebeldía.
-Narración partidista-ideológica: "Los partidos de izquierda sólo saben gastar la riqueza que no saben crear"… Consecuencia: resentimiento contra la ideología contraria.
-Narración naturalista: Cada "x" años se produce una burbuja económica derivada de la ambición humana. Las economías se resitúan y cada país decide el esfuerzo a realizar en relación a otros. Corolario. Curiosidad / duda.
Da la impresión de que mayoritariamente nos hemos colocado en la narración culposa y por eso no ha habido aún un estallido social. Veremos.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
De momento no hay comentarios.