Ladera norte del puerto de Mahón - Archivo/ M. Caules

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Pasó noche buena, la vieja, Reyes y san Antonio. Festejé, las tres primeras, la última la que figura como patrón de Menorca, no la concibo como tal, pasándola " per cul de bòtil", faenando como un día laborable. Vaya si faené, encalando "ses carboneres", después de vaciarlas, repletas de trastos, los mismos que a lo largo de los meses se van acumulando.

Es fácil imaginar cómo quedó mi maltrecha columna ¡no la del patio, no! La columna vertebral, debido al tute que le di, arrodillarme, giro a la derecha, a la izquierda, es todo tan estrecho, tanto que me parece mentira en un tiempo lejano me escondiera al jugar a "quic a amagar". Por suerte que Vanesa Ruiz, esta amiga del alma que jugaba con el volei de Ciutadella, quedó a residir en la isla y cada quince días me hace un repaso general. Es fabulosa, si alguien precisa de un buen servicio, serio y personalizado, llámenme que les daré la dirección, al conocer su valía y su bajo precio, me lo agradecerán. Debemos huir de publicidades engañosas y sus precios abusivos. Cuantas precisan drenaje linfático, "és mel".

Aquel rincón estrecho y oscuro, antaño se llamaban carboneras, por su situación, bajo los fogones y su contenido, las sarrias repletas de carbón. El negro mineral que ayudaba a que la comida supiera a gloria celestial. Ahora la cosa es diferente. Con tan solo apretar un botón, da paso a la energía eléctrica. Precisando de otra clase de baterías de cocina, dejando de servir las de siempre, las de toda la vida, la comprada "quan ens vam casar". Claro, que después de 45 años, que en mayo si Dios quiere se cumplirán, ya sería hora del cambio, que no es mi caso, continúo cocinando a la antigua, mis lectores no se sorprenderán, soy una tradicionalista. Las cazuelas de porcelana, "es tians" de barro y mi cafetera oro ley, siempre presentes, me encantan, dándome un buen resultado.

Menudo enredo se ha creado en el ovillo de la memoria, para nada deseaba hablar, de carboneras, ni carbones ni cazos ni cazuelas, tan solo pretendía explicar que jamás celebro San Antonio. Lo que sí hago llegado el oscurecer es bajar a Mahón para ir a felicitar a mi cuñado y amigo Antonio Vidal Pons, el que dio nombre a uno de estos talleres mecánicos de automóviles más importantes, por su buen hacer, por su seriedad y responsabilidad, factores tan importantes en los tiempos que vivimos y que gracias a su línea de honestidad, ha sabido mantener la clientela que confió en él, al abrir su taller en Andrea Doria , "a prop des cinquanta anys". Hoy su sucesor Juan Miguel Vadell Caules atiende con orgullo a la tercera generación de usuarios. Empezaron padres, continuaron sus hijos y hoy ya son los nietos, con vehículos de nueva generación, mucho más modernos y sofisticados, precisando de nuevas tecnologías para ser revisados y que gracias a su equipo humano esto no es inconveniente alguno.

A la tercera va la vencida, y esta vez prometo no volver a "perdre es fil".

¿Cómo podría celebrar lo que significó la expulsión de familias establecidas en la Isla, por los llamados cristianos? Lo doloroso que me resulta al leer la historia, donde se relata, cómo estos violaban sus derechos, asesinándolos, matando a niños y mayores, usurpándoles sus posiciones. Son muchos los que coinciden con mi pensamiento, pero pocos, poquísimos los que se atreven confesarlo. Cargando al bueno del santo, "Sant Antoni des porquet", el mogollón de despropósitos de los llamados católicos.

Tiempo atrás ya escribí de mis sentimientos, y continúo en ello, acudiendo al mirador de la Miranda, dirigiendo la mirada a la ladera norte, hasta donde alcanza mi vista.
Dándome la sensación que a pesar de los siglos transcurridos, se escucha en la lejanía el llanto de dolor de unos y otros, los que eran asesinados y los cautivos, aquellos moros que dejaron su cultura en la Isla, que tantos beneficios reportaron principalmente en el ramo de la agricultura. Hoy tan empobrecida. Todo ello me hace sentir vergüenza de mi creencia. Recordar esta efemérides es deplorable y de celebrarla, me guardo el calificativo. Convencida que mi Dios, también lo rechaza.

Creo que fue la semana pasada que alguien, escribía sobre el coco de la rondalla, el Barba Roja. Al leerlo, me reí. Comparado con la buena gente que aquí desembarcó procedente de Aragón, Valencia etc. "fa ganas de riure".

Pero antes de continuar, he de volver atrás, algunos dirán que es una leyenda, otros lo leerán como parte de nuestra historia, lo cierto es que todo empezó en 1282, cuando el rey de Aragón, conocido por Pedro III, luchador, envidioso y usurpador, se dirigía con sus naves rumbo al norte de África, viéndose sorprendido por un fuerte temporal, entró a refugiarse en el puerto de Mahón. Hubo historiadores que escribieron de doscientas naves, mientras otros "que no diuen tantes mentides", se quedan con 120.

Aquel rey ambicioso y destructor, fue bien recibido con todos los honores merecidos por el almojarife Abu Umar. Mas hete aquí, que enterados de las malas intenciones que albergaba el frío corazón del aragonés nuestro almojarife, mandó aviso a los altos mandos de Alcoy, comunicándole "lo que hi havia".

Fue un acierto, el que lo delataran. Al llegar Pedro III, fue recibido "a codolades", este que estaba enemistado a muerte con su hermano Jaime II de Mallorca, monarca al que los menorquines tributaban. etc. Aquí queda, mi ordenador se resiste a escribir de esta gente. Recordándome La Divina Comedia, Dante cuenta que vio el espíritu de Alfonso III sentado fuera de las puertas del purgatorio con los otros monarcas a los que culpaba del caótico estado de la Europa del siglo XIII.

Llegado a lo que debía ser el punto final de la presente Xerradete . Praxèdies imprimió el escrito bajándolo a la tienda de comestibles de na cadireta coixa, deseosa de leerles su texto. Feliz idea. Todas las allí presentes dieron el visto bueno, inclusive dos beatas, de estas que cada día rezan rosario, evangelio, lectura y pensamiento del santo del día. Invitándome a escribir en su nombre una felicitación a la alcaldesa de Mahón, por el movimiento festivo que el 17 hubo en nuestra ciudad, a pesar del frío, y el vendaval.
Después de oír misa pasearon por nuestras calles, llegando hasta la plaza Colón, pudiendo adquirir riquísimos productos menorquines, si bien la ventolera no dejaba de soplar. Llenando sus cestas con panes y pastas de un matrimonio ciudadelano, ataviados con ropajes muy a la época que se celebraba .Junto a este puesto adquirieron como otras veces harina sembrada en la isla y molida por ellos mismos, "una passada". Se trata de un empresario de Ferreries, muy dinámico y emprendedor.

Y no acabó ahí la cosa. L'avi Xec, tuvo la oportunidad de comprar una espada de madera para su nieto, parecida a la que él y sus amigos se confeccionaban de pequeños, si bien la actual se encuentra mejor acabada, su mango pintado en rojo, nada que ver con la que ellos se hacían a base de recortes de madera que algun carpintero les proporcionaba. Eran tiempos de guerras callejeras, de barriadas contra otras, cuando las piedras volaban a modo de cohetes, que de acertar algún chiquillo, se rezaba a todos los santos para que en las cercanías no se encontrara "es saig" haciendo la ronda. Todos fuimos niños, todos jugamos per es carrer".

Dice el filatero, felicitemos en su nombre al local de santa Rita que se encuentra en la plaza Bastión, donde aquel medio día que salió a pasear, al pararse frente a un puesto de herreros del medievo, descubrió dicho bar. Una pasada, para volver, tan solo hace un año y medio que se encuentra abierto al público, elaborando pinchos, riquísimos, mientras vas comiendo puedes observar su elaboración, la cocina con una limpieza extrema, una exquisitez "de dalt de tot", si lo visitan seguro que volverán y me agradecerán este dato. Sobre el mostrador santa Rita, vigilando a su clientela que es mucha, exquisita y variada. ¡Ah! y el vino… defínanlo Vds. mismos.

Entre tanto ir y venir, de tapeo, me falta por añadir, que si se desplazan a Ciutadella, en la plaza Jaume II, no se olviden de visitar el bar-restaurante del mismo nombre ( Jaume II) . Sus propietarios Juan y Elena y sus camareros, "són uns agradosos". Las tapas tal cual hacían nuestras abuelas, y qué puedo decir del plato del día "de repica talons".

Les dejo, escucho ruidos. Marco Polo a pesar de estar ciego va y viene de un lado para otro, mientras na Mel, ya se encuentra en el camino, " i sa moixa també".

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margarita.caules@gmail.com