La noticia de la tercera página del diario "Menorca" del lunes 14 del corriente es alarmante, a la vez que no creo que sorprenda a nadie la bajada de ventas en nuestra pescadería de Mahón. Estic atordida de la mala memoria de las autoridades. Potestad que disfrutaron otros durante suficiente tiempo y que, al salir de escena, no supieron o no les interesó hacerlo mejor. No debe ser nada fácil encontrarte en los despachos del caserón de Es Pla de Santa María y resolver lo que te han dejado a modo de herencia .
La cosa viene de antiguo, incluso me atrevería a decir que se puede achacar a la implantación de las máquinas tragaperras, las que te devuelven un papel por euros, las mismas que han hecho que la ciudad se vacíe de consumidores.
1º.- Ir a comprar pescado fresco o congelado a la pescadería, lo que siempre habían hecho nuestras madres, es imposible, por muchos motivos. Porque ya no se estila ir andando al mercado, la nueva moda es andar por las avenidas, pero no para ir a la compra. Para esto se usa el coche, y no me refiero al de San Fernando.
No, el que describo es el otro, que camina sin carburante.
Muchos recordarán las veces que se ha bajado a la plaza del Carmen, per anar a comprar quatre peixos con la sorpresa, de no saber dónde estacionar el vehículo. Frente a la acera de entrada, todo marcado para los vendedores, en sus alrededores rayado de azul y la bajada de la cuesta marcada en el mismo tono, sinónimo de que val peles. Si al precio del pescado se le añade el coste del tiquet de la máquina tragaperras del excelentísimo ayuntamiento, suma y sigue, las cuentas no salen, o como me sucedió en cierta ocasión, que se trataba de recoger la compra hecha por teléfono, pagar y nada más, tuve la suerte de poder usar un sitio davant sa porta de ferro. Se trataba de entrar y salir y así lo hice, no tardé ni cinco minutos. Al salir, una señorita con bloc y bolígrafo iniciaba la escritura de lo que se convertiría en multa, sanción, ya que no se avino a comprender que tan solo se trataba de ir y venir. Y vaya si tuve que pagar. Convirtiéndose la "caldera de peix de roca" en auténtica caldera de langosta, con la particularidad de que en es tià no encontré ni colls, ni pates per xuclar.
2º.- Va siendo hora de que las autoridades competentes hagan un mea culpa. Ellos han sido los que han convertido el Polígono Industrial en polígono de ventas al público. ¿Com quedam? O lo uno o lo otro. De cada día la dificultad de circular y estacionar en Mahón es mayor, inclusive se han llegado a cometer errores que fan plorera. Haciendo que los ciudadanos dejen de ir de compras donde las habían hecho toda la vida, dirigiéndose al polígono, exento de zonas azules, con sus parkings gratuitos.
3º.- El poderse pasear por nuestras calles sin peligro de ser atropellados puede resultar muy bonito pero esto es un arma de doble filo, no puedes ir a buscar el paquete de la compra siempre tan agradable. Dando continuidad al comercio familiar, al tradicional, el que te da opción de ser atendida personalmente.
La prueba la tenemos ahí. Estas pasadas fiestas se ha visto mucha gente, pero con las manos dins sa butxaca, las tiendas vacías, tanto que hasta me llegó a sorprender la noche del día 5, víspera de Reyes, en que los de mi edad siempre la habíamos visto dedicada a las últimas ventas, cuando los comercios se encontraban abiertos hasta media noche. El 5 de enero de 2013, a las ocho cerraron amb clau, no entraba un alma.
4º.- Si volvemos atrás para hablar de la venta de pescado fresco en las grandes superficies, no hay que ser muy espabilado para dar con lo que ha generado el problema de que la pescadería se venga abajo. La autoridad es la que ha dado las licencias, la que cobra un dineral a los usuarios de la antigua pescadería de Mahón, la misma que dentro de nada se podrá convertir en merendero, ya que su ubicación como tal se habrá convertido en obsoleta. No se puede aparcar, los propietarios de los puestos del lugar abonan cantidades inadmisibles en los tiempos en que nos encontramos, suben impuestos, el petróleo similar al del whisky, etc.
5ª.- Qué lástima, comprobar la total indiferencia de la autoridad respecto al comerciante de toda la vida, cómo se ha despreocupado de protegerle, dándole la espalda, cargándoselo a base de impuestos, tasas y leyes absurdas. Y no voy a escribir un sexto apartado, no valdría de nada, entre ellos felicitar y apoyar el pequeño empresario, de manera especial la pescadería de Sant Lluís, empresa familiar, empresa de admirar por su atención al público, sus productos, sus buenos precios, la limpieza que impera en el local; todo ello hace que sean muchos los mahoneses que suban al blanco pueblo. Los propietarios se lo merecen y mucho más. Desde aquí hago un llamamiento a las amas de casa para que no duden en acudir a Sant Lluís, será como un paseo, gratificante y a muy buenos precios. Compruébenlo ustedes mismos, me lo agradecerán.
No voy a finalizar sin dedicar unas líneas al pan nuestro, el de cada día, el mismo que en los años noventa y algunos antes, empezaron a cerrar las puertas de los populares hornos, los de toda la vida. Empezaron a ofrecer gato por liebre, el que se adquiría por la mañana, llegado el mediodía no ofrecía la calidad de siempre y al sacarlo a la mesa para cenar se había convertido en una roca. De esto todos nos acordamos, lo tenemos presente. De quién era la culpa, lo ignoro, ¿la harina, la levadura, falta de tovar? No tengo ni idea, pero así era la cosa. Añorando, la manera tradicional. Todo ello hace que el consumidor se pregunte, ¿cómo es posible que se puedan adquirir baguettes a precios tan dispares?
La misma barra que un súper del Polígono ofrece a 0,35 céntimos, otro comercio la vende a 1 euro, pudiéndoles asegurar que, al ponerlas una junto a la otra, son idénticas, no se nota diferencia alguna, ni al cortarlas, ni al hincarles el diente tampoco.
Y por último felicitar a nuestros panaderos, los que supieron rectificar, averiguando cuál era el causante de aquel mal de que les hablaba más arriba. Hoy se encuentra en las panaderías buen pan y no digamos de las excelentes pastas, dulces y saladas, elaboradas por ellos mismos, dejando de lado las que mandan de fuera congeladas y que nada tienen que ver con las nuestras.
Dice Agadet, la cocinera del Talaiot de Trepucó, que sería un buen momento para manifestarnos. Las amas de casa estamos hartas de padecer. Praxèdies, opina que la manifestación sobre los panes y los peces puede quedar para otro momento, hay cosas prioritarias. El recorte a los funcionarios, a la sanidad pública, al transporte, las subidas y vuelta a subir, luz, carburantes, etc. Aquí, cada cual aboga para su interés, Guideta, no sabe por donde bajar a la ciudad, cuando de buena mañana debe dejar la leche a sa botigueta de na Cadireta Coixa. Esta noche, a la hora del rezo del Rosario se hará una plegaria a San Salvador, ora pro nobis. Amén. Tan solo él tiene la llave de las soluciones.
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margarita.caules@gmail.com
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