En los duros momentos de penuria económica en la que sobreviven demasiados compatriotas, sienta como una patada en los "cataplines" los vergonzosos, y además abundantes, casos de corrupción que sientan a la ciudadanía todo lo mal que es fácil imaginar. Ahora es lo de Luis Bárcenas, un sujeto que no ha mucho era el tesorero del PP, al que según publica toda la prensa del país, le han contabilizado 22 millones de euros en cuatro cuentas de bancos suizos. ¿De dónde sale tanto dinero?, ¿cómo es que para algunos de estos sujetos resulte tan fácil sacar de España miles de millones de pesetas de las de antes, o lo que es lo mismo, 22 millones de euros de los de ahora?
El personal está también sorprendido y asombrado de las fortunas, de la noche a la mañana, de los hijos del señor Pujol, don Jordi. "Como por la boca muere el pez" también puede una vicepresidenta del gobierno lamentar sus propias palabras cuando dijo que "los que tienen que dar explicaciones son los que tienen cuentas en Suiza". Pues mire usted señora mía, ya puede empezar a pedirle que cante el extesorero de su propio partido porque 22 millones de euros en Suiza dan mucho de qué cantar. Millones además, que cuando este hombre vio que lo suyo se ponía feo, ha ido disolviendo, solo dios y algún paraíso fiscal saben dónde. Igual que el presidente de la comunidad madrileña, que justamente ahora dice que ha comprado su ático en una urbanización de lujo. Un tema, creo que por dos veces desestimado por la justicia, al ser puesto bajo la sospecha "de lo maloliente".
Si en España se recuperase todo lo que se ha "chorizado" por parte de aquellos que convirtieron el puesto que ocupaban o que aún ocupan en antros del mangue y del enriquecimiento más ostentoso y descarado. Seguramente, más que pedir ser económicamente rescatados, estaríamos en condiciones de rescatar a cualquier otro gobierno.
Si bien, lo más grave, lo más lamentable y lo más intolerable, es que ningún partido político de los que han podido hacerlo, le han puesto freno a tanto abuso, a tanto mangante de moqueta y despacho, a tanto cara dura, a tanto aprovechado del dinero ajeno. Fíjense en lo de Bankia. Pasó por la entidad Rodrigo Rato, se fue dejando la entidad como si por ella hubiera pasado una manada de caballos de Atila. ¿Le ha pasado algo al señorito? Nada rebozado con menos. Y para que sea aun más escandaloso, estando imputado va y lo contrata Telefónica. Mientras tanto, miles de impositores han perdido su dinero en el sumidero de la bolsa. Otros confiaron en lo que les decían las voces parlantes que administraban sus ahorros y "picaron" en las preferentes y ahora se dan cuenta que para que a uno le roben no hace falta que te apunten con una pistola. ¿Hay alguno de esos individuos en la cárcel? Ni están ni se les espera. A todo eso, millones de parados se hacen cruces preguntándose cómo es posible que los políticos no quieran acabar con la corrupción, mientras no les tiembla el pulso para recortarles a ellos su mísero subsidio.
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