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Puede que España no se acabe de romper nunca porque ya nació rota. O puede que todavía no esté rota pero sí hecha pedazos y más cuando hay quien sigue sacando partido de cada golpe, con cada parte. Y los golpes ahora vienen a muchas manos, algunas atravesando fronteras, otras simulando estar tendidas esperan a ver qué recogen de un desplome manipulado. Tantas manos como puños cerrados. Y todas las manos ciegas a puñetazos, y todas señalando con muchos dedos la mala suerte de otros. Y con muchos menos, las pocas salidas de tantos.

Es noticia que ya han terminado otras elecciones y bueno, pues lo mismo, como todas las anteriores: algunos con un poco más y el resto mucho menos. Y ya. Para de contar. Nada nuevo. Distintos titulares y el mismo texto. Una vez recontados los votos, los votos ya no cuentan. Ahora toca desdecirse de promesas, callar palabras no haciendo, desmentir posibilidades, aliarse con el enemigo, hacerlo parecer menos grave. Es decir, que una vez vendidas las entradas habrá que empezar con la función, aunque no vaya. Porque aquí no va nada, o solo a unos pocos y siempre a los mismos. El escenario político es lo que tiene, en este teatro, los actores no se deben al público sino que es el público el que se endeuda. Y cada vez más y siempre a cambio de menos.

Y menos es lo que darán a los afectados por las preferentes. Eso han dicho desde Bruselas. Que les devolverán todo el dinero si acceden a que ese todo sea mucho menos que antes. La mitad por ejemplo. Ni para ti ni para mí, tu dinero es nuestro. Eso parece. O eso quieren. Bueno eso ofrece la mitad que no ha puesto su parte, porque la otra mitad (el dueño de los ahorros) quiere la totalidad de lo ahorrado. Pero solo están dispuestos al "algo es algo", parecen querer decir entre risas y ruedas de prensa en las que incluso aseguran que algo es mucho, con toda su cara seria entrenada. Ahora incluso alguno promete heroísmos y espera que se vea todo su esfuerzo mientras esconde bien la cartera.

No sé, puede que España sea muy diferente según donde la vivas. Puede que haya regiones tan culturalmente distintas que parece que haya que enfrentarlas. Pero hay algo que nos une, que nos hace país, que iguala todas las partes y nos concilia. Y es la tan bien representada como ineludible poca clase política. Y la política en las cajas. Y las cajas haciendo política. En fin, la corrupción y sus innumerables y fugaces amigos. España. Una y agrietada. Escaparate de tramposos.