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Cualquier restaurante que se precie y presuma de estar a la última, incluye en su carta tal o cual especialidad de la abuela. Xisca, la cocinera del Virginia, trabaja entre fogones con el recetario de la fundadora, la que dio, nombre, fama y prestigio al lugar. S'àvia Magdalena.

Me encantaría disponer del manuscrito de cocina de Magdalena Piris Seguí, natural de Es Migjorn Gran, al cel sia. En su carné de identidad, se la identificaba como ama de casa, que traducido viene a ser: Sus labores. Felicitar a cuantas lo llevan escrito en su carné. El mismo comprende, cuanto conlleva dirigir un hogar, con sus preocupaciones de intendencia, limpieza, lavandería, cocina, distribución del jornal familiar, un reto a tener en cuenta en este difícil momento. Sin olvidar a los que les tocó vivir años atrás.
De siempre, de toda la vida, en el momento de ir a buscar trabajo, el mejor referente era decir su procedencia. Sóc des Migjorn o de Sant Lluís.

Para las señoras era un orgullo, poder contar con una criada o jornalera de dichas poblaciones.
Lamentablemente, no se encuentra entre nosotros para poderle preguntar dónde se inició. Solía comentar de sus años con la familia Montañés Merino, del pequeño Matías, del que fue su cuidadora.

Casó, allá por 1948 con Ramón Sampol Company, militar de la república, que hubo de depurar y pasar las calamidades de aquella guerra entre hermanos. Gran sacrificio el de aquel joven que veía truncada su carrera, cambiando su chaqueta de color caqui por la blanca chaquetilla de camarero, sirviendo con gran esmero.
Sirvió en los mejores cafés de la calles Nuevas y Arravaleta, cuando se servía al compás de jazban. Se instalaban las primeras barras con sus altos taburetes al estilo americano.
Una de las anécdotas, que jamás olvidó fue cuando servía un desayuno o varias tapas a la hora del vermouth a la vez que le daba a la manivela del surtidor de la plaza Real llenando los depósitos de combustible, a los Chevrolets, Fort y Opel de la época.

El mundo de la bisutería, estaba en auge, tentando a Ramón Sampol para que colgara su chaquetilla tras haber sido requerido para la inauguración del Hotel Port Mahón. Se dedicarían a soldar . Ya eran padres de un niño, José. Nueve años después llegarían los gemelos Ana y Toyo, éste falleció en 2010.

Con el paso del tiempo, en 1967, decidieron hacerse cargo del antiguo bar, can Piu esquina San Manuel con es camí des Castell. Local de toda la vida, iniciado como taberna, punto de encuentro de transeúntes entre Es Castell y Mahón; los que se dirigían a baixamar por la cuesta de Cala Figuera, de camino a las norias de aquel alrededor; los empleados de las Sumadoras y la fábrica de gomas del señor Codina; la CAMPSA y bisuterías, pero antes, mucho antes, fue punto de encuentro de los trabajadores de la fábrica de tejidos La Mahonesa de Cala Figuera y cantidad de herrerías en aquel tramo de Mahón, a principios del siglo diecinueve.

El local disponía de una pequeña fonda de siete u ocho habitaciones que muy pronto alquilaron a varios empleados peninsulares que trabajaban en el nuevo Aeropuerto. Magdalena les preparaba la comida diaria, lo que hizo que se agregaran otros trabajadores.

Gracias a José, el mayor de los hermanos y actual propietario del Virginia, conoceremos algunos detalles.
¿Recuerdas el precio del menú?
Mi madre preparaba comida muy casera, de ahí el éxito. Se podía elegir entre dos primeros y dos segundos y postre por ochenta pesetas, con la particularidad que podían repetir.
En vista de la demanda, el matrimonio se interesó por adquirir el local, algo que no pudo llevarse a cabo, lo que hizo que compraran un nuevo edificio.

¿Cómo nació la idea del Virginia?
Mis padres pasaron varias temporadas en Barcelona por motivos de salud. Cerca del hospital, se encontraba un restaurante, el Virginia. He de suponer que allí se gestó el que ellos levantarían, con trabajo y sacrificios, pero la unión hace la fuerza y entre todos lo logramos.

En aquellos momentos se estaba urbanizando la zona, desde la esquina de Can Piu a la noria de Can Roselló, que se convertiría en gasolinera, se iban edificando pisos al igual que la actual Fort de L'eau. Al final del Camí des Castell se había levantado un gran edificio al estilo rascacielos, el más alto de la Isla, el Flamingo. En la planta baja, se fundó y abrió por primera vez el restaurante Virginia un lluvioso once de diciembre de 1972. Fue su arquitecto, Pedro Luis Mercadal. El constructor un maestro al que se le conocía por 'el gallego'. La carpintería y decoración, Floespo, los hermanos Saura se encargaron de la parte eléctrica.

Fue un gran éxito. Lleno total, hasta servir tres turnos de comidas y cenas, sus famosos bocadillos, repletos de callos, albóndigas con salsa, sepia con guisantes, carne con salsa de tomate, tortillas e infinidad de cuinats que tan magistralmente elaboraba na Magdalena.
El menú se servía por ciento cincuenta pesetas. Tres platos de primero, a elegir con sus segundos. Y los sabrosos brazos de gitano de congret , que elaboraba sa migjornera. Exquisiteces que continúan sirviéndose, sin haber perdido un ápice del sabor que encandilaron a sus clientes.

Xisca, la esposa de José hace ya muchos años se colocó el delantal y aprendió de su suegra lo que aquella tanto sabía. Sobre el estante de la cocina del Virginia el cuaderno que la ciudadelana, donde fue anotando uno a uno los pasos a seguir de infinidad de recetas, entre ellas la sopa de la reina y es capó trufat que todos los años iban a buscar a la finca de Ses Fonts Redones, cebados a la antigua con su inconfundible bouquet al servirlo el día de Navidad. Los canelones, calderas de pescado, arroz caldoso, peroles al horno, calamares rellenos, rape a la marinera, la paella. Con la particularidad que Xisca ha sabido incorporar su buen gusto, su exquisitez, la experiencia doméstica, la que toda ama de casa adquiere en su cocina particular, haciendo de ello el mejor ofrecimiento a la clientela de la casa.

José, ¿recuerdas alguno de los primeros clientes del Virginia?
Me encantaría, citar cada uno de los muchos que diariamente o los fines de semana venían. Todos ellos formaban la gran familia del Virginia, sin ellos jamás hubiéramos podido llegar a estos cuarenta años de permanencia al servicio del publico. Que ha sido tan importante para nosotros.

El que fuera alcalde de Mahón y socio de Catisa, Rafael Timoner Sintes, con su esposa Violeta y sus hijos. Ballester, del registro de la propiedad. El notario Maceda y su esposa doña Pilar y familia, los Vidal Massa, Juan y Niní de la Cigüeña, Nito el mecánico de dalt es Cós, su esposa y sus hijos. Paco Pons Capó des diari Menorca.
En la actualidad, el matrimonio formado por José y Xisca trabaja frente a los fogones intentando ofrecer lo mejor de la huerta menorquina, sus carnes y pescados, mientras Juan, la tercera generación, el hijo que creció entre cacerolas, jugando en la cocina, atiende el bar. La familia crece, es padre de un niño y una niña, que junto a él irán aprendiendo uno de los oficios más antiguos.

Hoy el antiguo local, se ha vestido de nuevo, una vez despojado de aquellos muebles oscuros, cubriendo sus paredes de colores luminosos y mobiliario actual, es una nueva manera de ver y recibir a los clientes de toda la vida, agradeciéndoles su fidelidad. Dando la bienvenida a cuantos no conocían a esta peculiar familia.

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margarita.caules@gmail.com