En mi rutinario paseo de los sábados de este otoño por el centro de Maó, tropiezo con mi viejo amigo Fermín, que así de pronto me pregunta ¿qué haces?
Observo su entrañable sonrisa y le suelto que cada vez estoy más deprimido al contemplar la degradación que sufre mi ciudad. Le doy datos de centenares de viviendas y locales vacíos. Muchos carteles de "se vende", "se alquila" o "se traspasa". Es un núcleo moribundo, triste, y cada vez más aburrido. Ahora tendremos un trabajo que Roser Román está realizando sobre esta problemática.
Antonio, eres pesimista -me replica.
Tranquilo, viejo compañero. Vamos a tomar una pallofa al American Bar.
¿Qué? -me dice.
Sí, una clásica bebida de los años sesenta, que siempre tomábamos.
Allí sentado, le voy soltando mis viejos recuerdos. Esos que viví y supe compartir con muy buenos amigos. Debemos tener en cuenta en cuenta que con esta crisis nos harán cada vez más individualistas y se irán perdiendo las relaciones sociales colectivas.
No es añoranza, Fermín, pero ya no hay establecimientos como antaño, que eran vivos.
Acudíamos no solo a tomar el café, sino a pasar un rato de tertulia, cotilleos, o a jugar al dómino, ajedrez, parchís, damas o a cartas.
Empecé a frecuentar este bar en el otoño de 1962, y es a partir de 1966 cuando se hace más presente y estrecho mi amistad con Pito (propietario), y con los trabajadores Nito Pons, Miguel Ángel Pons, Gomila, Tavo Portella, Manolo López, Guillermo Pons, Paco Pons, Kaüger Reinhard. Este lugar era el centro y punto de encuentro para nuestros visitantes y es así que conocimos a Pere M. Casaldàliga y a los jóvenes de Pl. Reial de Barcelona.
Te diré una confidencia, amigo, que jamás la había contado. Esa plaza se llama Reial, porque me acordé de aquellos encuentros con amigos en la plaza de la ciudad Condal. Una gran experiencia de vivir la Fe. Fui el promotor y el causante de cambiar los nombres de tres plazas que conservaban las denominaciones en reconocimiento a tres fascistas y pasaron a llamarse Pl. Constitució, Pl.Príncep y ésta Pl. Reial.
Es aquí en donde empezamos a relacionarnos con Martí Caussa, Jordi Galofré , Josep Pérez "Ruina", Daniel Cando y Juan Muro Romero hasta el principio de 1970.
Los cine-club seguían organizando sus secciones semanales, JJMM sus conciertos, y comenzaron a organizarse las Colònies d'Estiu, Grup excursionista Joan Mercadal, Grup Llibertat, Ca Vostra, Can Sampol, Club Minorica, Arrels, Traginada, Escola de Teologia, Obra Cultural Balear (Menorca), vocalías del Ateneo de Maó, Galería Picasso con Paco Romero, Jordi Vivet y su grupo de colaboradores y agitadores culturales, las tertulias de cada sábado tarde en el Ateneo, y las del American Bar…
Luego nos fueron visitando Miguel Durán Ordinyana, Pedro Altares, Felix Santos, Antoni Alemany, Andreu Ferrer, Gabriel Janer Manila, Antoni Vidal Ferrando, Ovidi Montllor y Toti Soler, Josep Verdura, Ignasi Riera, Paco Candel, Marçal Tarragó, Antón Canyelles, Manolo Vázquez Montalbán.
¿Lo sigues, amigo?
Creo que sí.
¿Seguro?
Sí -asiente Fermín.
Bien, luego vendrán Xavier Caño, Àngel Abad, Maria Aurèlia Capmany, Jaume Perich, Ramón Tamames, Manuel Mora, Ricardo Bofill, Santiago Dexeus, Nolasc Acarín, Carles Sampons, Jordi Borja, Jordi Solé Tura, Joan García Nieto, Jordi López, Jaume González (nunca supe su nombre real), Fernando Claudín, Andreu Claret, Xavier Folch, Eduardo Pons Prades, Pilar Brabo, Cristina Almeida, Antonina Rodrigo, Teresa Pàmies….
Antonio, ¡qué memoria! -me dice Fermín mientras hace un repaso a las fotografías colgadas en las paredes.
La ejercito jugando al sudoku y leyendo el diccionario. Tengo miedo de perderla. Es mi única fortuna. Hemos compartido ratos muy agradables y siempre tengo en mi memoria al entrañable amigo Miquel Vanrell, que era el mejor tertuliano para llevar la reunión hacia los asuntos que a él le interesaban. Lo pude comprobar en los encuentros con Rafael Ribó, Maria del M. Bonet, Gabriel Sevilla, Antoni Serra Bauçá y otros visitantes mallorquines.
Te voy a contar una historia que sucedió el 18-12-1976. Aquí estábamos reunidos con José Luis López Bulla, cuando sonó el teléfono. Tavo Portella me hace señales que es para mí. Era Pepe Sintes Abril , amigo, vecino y compañero de trabajo, me comunica que un grupo de jóvenes han subido a mi casa, han estado golpeándola dando porrazos y patadas. Iban a por mí. Amalia asustada, agarra a los niños… La suerte es que se fueron, ya que la fuerza de una madre es incontrolable y de esa manera algunos hoy en día pueden contarlo, porque seguro que aquella hubiese dejado huellas. La cultura de aquellos muchachos es la que hoy en día desea imponer Wert y todo el equipo del PP.
Los jóvenes se acercaron hasta el American Bar, pero ya me había puesto en contacto con la Policía, que me tranquilizó, pero me pidió que les dijese a esos muchachos que fuesen hacia la Comisaría. Así lo hice y así lo hicieron.
Pero ¿cómo? - exclama Fermín.
Sí, amigo, es increíble lo imbéciles que eran. Ya te he dicho que hoy serían alumnos aventajados del actual ministro de Educación.
Fermín se ríe haciéndome ver su sorpresa.
En esos años aprendimos muchísimas cosas. La mayor riqueza era mi amistad con Miquel Vanrell, Tirso Pons, Rafael Riudavets, Jaume Vidal, Josep Seguí Mercadal , Francesc Martí, Josep Antoni Pons Roca, Matilde Gomila, Llorenç Pons Capella, Yato Carreras, Dioclecio Albis, Tavo Portella, Horacio López, Mevis Pons, Emili de Balanzó, y tantos otros. Con muchos de ellos pusimos en marcha la Obra Cultural Balear, la Junta Democrática y en 1976 la Assemblea Democràtica de Menorca. Y cantidad de actividades.
¿Crees que sirvió para algo?
Pues claro que sí -le contesto a mi amigo-. Aprendimos muchas cosas, y supimos compartir muchas experiencias. Las futuras interpretaciones históricas serán respetables, pero nosotros estábamos allí y es por eso que así lo contamos.
Era la dictadura, que encarcelaba a miles de trabajadores, profesionales e intelectuales; que multaba y secuestraba los medios de comunicación, y también a sacerdotes por predicar el Evangelio según Jesucristo; que ejecutó con la autorización de Franco (¡el tétrico "enterado"!) a cinco jóvenes antifranquistas en septiembre de 1975.
¿Saben los ciudadanos lo que fue aquello? – se preocupa Fermín.
Creo que hay una parte importante de nuestra sociedad que tiene conocimientos de aquella época, pero según parece, ahora la olvida. Muchos han preferidos darles la confianza a Rajoy, y ahora se sienten estafados y engañados con todos esos gobernantes.
En aquellos años, con muchas dificultades, surgieron organizaciones, colectivos y personas que optaron por el compromiso socio-político, y a través de ellos pudimos enriquecernos con sus aportaciones: José Mª Gonzalez Ruiz, Alfonso Carlos Comín, Josep Dalmau, Joan Estruch, José Mª Diez Alegría, Jordi Llimona, François Houtart, Julius Giraldi, Antoni Jutglar, Miquel Porter Moix, Joan Ballester Canals…
Organizábamos muchísimos actos.
Mira, ahí, en ese ventanal de la izquierda, era el sitio en donde durante años se sentaban los viejos "republicanos" en sus tertulias diarias. Entre otros estaban el Sr. Sitges, Sr. Briones, Miquel Adrover, Serafín Mercadal, Nardo Sintes, Octavio Vidal, Mario Carreras, Horacio López, Alfonso Sastre, Mendi Llabrés, Julián Hernández, Yato Carreras, Mevis Pons, Albis, Marcial Pérez, Vidal Masa, Llorenç Fullana, Pons Capella,…
Cada semana teníamos algún visitante, que supimos aprovechar. Disfrutábamos de sus bagajes culturales, con una visión amplia y rica de la cultura.Tengo muy vivos los recuerdos de Montserrat Roig, Simón Sánchez Montero, Valeriano Bozal (padre de todos los amigos), Josefina Gómez Mendoza, Paca Carreño, Marta Bizcarrondo, Antonio Elorza, Carlos París, Carlos Thiebaut ( padre de Blanca), Francesc de B. Moll, Josep Mª Llompart, Alexandre Cirici Pallicer, Joan Comas Camps, Fanny Fay y Jacques Sallois, Josep Fontana, Josep Benet, que con su finura y su elegancia nos desmontó el mito urdido entorno a Tarradellas. Todos han mostrado sus simpatías hacia la isla y al trabajo que hacíamos. Tengo un simpático recuerdo de Carlos Castilla del Pino, quien me pregunta: -Antonio, ¿has estudiado para cura? Me quedé frio. Es que tienes pinta de cura vasco. No supe qué responderle. Me quedé mirándome en el espejo del bar intentando descubrir qué pinta tenía yo entonces.Fermín se ríe, pero enseguida le hablo de José Luis Sampedro y nuestra relación en Menorca. Sus cartas y sus libros.
¿Para qué recordar estas cosas? Me insiste en más personalidades. No, amigo, aquello no fue un desfile de modelos ni de personas de revistas del corazón, sino de mujeres y de hombres que tenían muy claro lo que decía Gramsci: la unión de las fuerzas del trabajo y de la cultura.
Pero, ¿para qué?
¡Claro! -le respondo-, porque tenemos que seguir definiendo qué significa, más allá de palabrerías vanas, amar a nuestro país y en cómo y dónde lo encajamos en una necesaria reforma de la Constitución.
Escucha a Maria Àngels Gornés cuando canta a Pere Xerxa con su canción Mariners sense barca y jamás dejes de tener presente los desahucios, no te olvides de los afectados por las hipotecas, de los desarraigados, de los emigrantes, de los jóvenes sin trabajos ni estudios, de las altas tasas que cobran los ayuntamientos, de la mala calidad del agua potable, de los marginados, de los miles de trabajadores en el paro… Sí, amigo Fermín, y observa también a todos esos que dicen defender la isla, y no saben ni les interesa saber que todos – ¡y esos también!- somos menorquines en igualdad de derechos. No vamos a construir nada sin tenerlos en cuenta.
- ¿Qué hacemos, pues? -me interroga el viejo amigo.
- Pues, que cada uno se ponga a pensar qué es lo que pueda aportar -le replico.
- ¡Oye, tú, me voy rápido que en casa comemos a la una y media!
Salgo deprisa, y girándome hacia él le digo:
¿Sabes aquello de Bécquer? Decía en una de sus Rimas "¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!"
Y a ti, Antonio -me grita Fermín-, no se te olvide leer "Victus", de Sánchez Pinyol, que es una de las mejores novelas del siglo XXI.
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