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Cuesta entender que por fin se haya iniciado el juicio del llamado ahora "Caso Prestige", 10 años después de aquella catástrofe medioambiental, y es sorprendente, que teniendo el año los días que tiene, fuera a arrancar este juicio curiosamente en plena campaña de unas elecciones autonómicas gallegas. Lo del "nunca mais" y lo de los "hilillos de plastilina" se veía venir que iba a ser munición electoral, aunque visto los resultados de nulas consecuencias.

En realidad, lo que verdaderamente importa, lo realmente llamativo y preocupante, es que tengan que pasar dos lustros (10 años) para sustanciar judicialmente lo que pasó.
¿Es la nuestra una justicia puntual, dinámica y por ello ejemplar? Juzguen (nunca mejor dicho) ustedes mismos.

Se dice que para pleitear hacen falta tres sacos: un saco de papeles, un saco de paciencia y un saco de dinero. En este juicio del Caso Prestige, lo del saco de papeles me temo que no basta. Yo diría que hacen falta por lo menos dos, pues ya me contarán cómo colocar en un solo saco los 230.315 folios del sumario. Lo del saco de paciencia, 10 años de espera, tampoco tiene que ser un saco cualquier, y lo del saco de dinero, aquí les dejo unos datos para que hagan ustedes cuentas: 70 abogados, 27 procuradores. A todo eso hay que añadir el juez o jueces (5 jueces han participado ya en la instrucción que comenzó el 20-1-2002, y finalizó el 11-2011) que tendrán que dictar finalmente quiénes son culpables o quiénes son inocentes, de que la palabra chapapote, fuera durante mucho tiempo la más pronunciada en España entera, y en Galicia, la más temida por sus efectos.

No deja de ser llamativo que finalmente 10 años más tarde, sólo sean cuatro personas las imputadas, y que se diga que no se espera la sentencia antes de septiembre de 2.013, o sea, prácticamente un año más, incrementando la capacidad del aforo del saco de la paciencia, el de los dineros y puede que también el de los papeles.

Parece que una década más tarde de la tragedia que arruinó las aguas del litoral gallego y embadurnó de chapapote la arena de las playas y el roquedal costero, la naturaleza y muchos millones de euros en limpieza, han conseguido que lo único de todo aquel desastre que hoy nos devuelve a los aciagos días de un drama presumible, sea el juicio que acaba de iniciarse, dejando gráficamente constancia de una justicia exageradamente lenta.