A la salida de la escuela, mi primer parvulario, de la calle de Santa Rosa, 4, de Mahón, regentado por las Hermanas Carmelitas, donde aprendí compostura, estar sentada con los brazos cruzados, atarme los cordones de las botas que me hacía Vicente Palliser, hijo del fundador de la Mutualidad Mahonesa. Me paraba en casa de las hermanas Gardenia y Gloria. Creo recordar que Alicia, la benjamina de la familia era muy pequeña. Me gustaba, quedarme en la puerta, una puerta de grandes proporciones comparada con las colindantes. Disponía de un "finestró" que siempre permanecía abierto. En verano por aquel porticón entraba una suave brisa, mientras que en invierno la lluvia y el viento lamían los cristales, aquella especie de cuadro que Anita, de buena mañana ponía.
En la calle se mezclaban los sonidos. Chiquillos jugando a canicas, el afilador atendiendo a varias mujeres, unas con sus cuchillos de cocina, otras con tijeras. A veces se unía a tanto xarratorum alguno de los pescadores con su carretilla, que no era otra cosa que una madera a modo de mesa, con dos ruedas; de aquella manera paseaba cajones de pescado, mientras iba cantando para ser escuchado por las amas de casa, peix fresc i barato. Gerret, aladroc, pops i sípies. Muchos recordaran que utilizaban dos platos de "soldat" enganchados a una cadena colgando de la balanza, con sus respectivos pesos, una pesada.
A tanto barullo se le mezclaba un leve sonido de guitarra, intentando desviar la atención que se entremezclaba. Son resonancias que una recuerda con la añoranza infantil, sin saber que el tañer de guitarra tuviera que ver tanto con nuestra cultura.
Tanta explicación y aún no he citado que aquel pórtico era la entrada del hogar de Gardenia y Gloria, hijas de Cosme Huguet. en Cosme huhei y su mujer na Anita, ama de casa, modista, siempre dispuesta a lo que fuera menester y que en tantas ocasiones ya hablé de ella.
La música y la de los discípulos de Cosme Huguet, provenientes de todos los estamentos, deseosos de recibir lecciones del maestro, un excelente vecino, un buen padre de familia, que vivía para ellos, ganándose el jornal en su banqueta de zapatero remendón. Como si fuera hoy, situado a la izquierda de la estancia, frente a su mesa baja, la de trabajo, con sus cajones llenos de tachuelas, clavos, junto a la pared, una especie de estante donde se encontraban los zapatos arreglados. Al girarlos se observaba sobre la suela, escrito con tiza, lo que debían abonar. Mientras tanto a su espalda un montón de los mismos esperando ser reparados.
Como recuerdo perpetuo que me traslada al lugar, sonidos de guitarra, mezclados con aromas de tacones de goma, suelas, "cerols" y el penetrante olor a guisos caseros.
Lo de escuchar el canto de la guitarra, solía ser por la tarde, en que acudían los alumnos, los había de todas las edades. A uno de ellos el maestro trataba de manera diferente, nada extraño, sobresalía sobre todos ellos, tanto que su nombre a día de hoy se debería escribir con letras de oro. Darío Vidal Torres, "al cel sia".
Mahón, siempre fue un lugar rico en cuanto a cultura popular, dedicado a la música, destacados compositores, instrumentistas y cantores. Todos hemos conocido a hombres y mujeres con excelentes dotes de interpretación. No tan solo me refiero al "bel canto", del cual siempre escuchamos a los mayores que en el gallinero de nuestro Teatro Principal, examinaban a los artistas italianos que venían a estrenar sus obras de ópera, antes de iniciar las llamadas "tournés". Si aquí eran aprobados, el éxito estaba asegurado, de lo contrario, cambiaban el repertorio..
El listado es extenso, recuerdo a Miguel Carreras Cerdá, "en madoneta", explicándome que su padre, Miguel Carreras Timoner, platero de profesión, destacado en su oficio, fundó en 1921 la primera rondalla con que contó el Orfeón Mahonés, siendo el director de famosos músicos.
José Antonio Olives, Pedro Garriga, Olegario Pons y Cosme Huguet. Fue tal el éxito alcanzado que muy pronto se les unieron Lorenzo Sintes, Fernando Olivar, Jaime Gornés, Santiago Sintes, Rómulo Cardona. En 1928, se formó la rondalla de mujeres, otro logro a tener en cuenta.
Fueron pilares fundamentales del Orfeón Mahonés, Miguel Carreras Timoner, Cosme Huguet, Lorenzo Sintes, y Victor Carreras (ver "Xerradeta de Trepuco" del 11 de febrero de 2006)
Aquel hombre incansable, en su faceta de orfebre, compositor y músico, se confeccionó su mandolina, el atril de latón y un singular xilófono de madera que acompañaba a la orquesta Dernier Cari Orchester, título muy a la moda en la época, imitando las famosas bandas americanas.
Con su violoncelo intervino en varios recitales con la Filarmónica del Ateneo, dirigida por Taltavull y con instrumentistas como Ramírez, Guasteví, Borrás, Antonio Vidal, Calafat, y Deseado Mercadal.
Intervino junto a figuras tan relevantes como José Felix, Graciano y su hija, Renata Tarragó.
La lista de los grandes músicos es extensa, imposible citarlos a todos, decantándome por José Félix Orfila, padre de mi admirada Margarita Félix Anglada, viuda de Nelson Gomila, familia a la cual dedique varios artículos, en el Menorca (mayo 2008).
Félix Orfila logró algunos ensayos, valses y fantasías a los que no quiso dar publicidad, aprendió a sonar el instrumento siendo muy pequeño, fue su propio padre Bartolomé Félix, destacado pescador y maestro en el arte del marisqueo, aficionado a sonar la guitarra, quien le mostró a amar la música.
Bartolomé Felix, al comprobar las dotes de su hijo, no dudó en que recibiera clases de don José Gutiérrez Floris, gran músico violinista y guitarrista a la vez. Félix, alcanzó la inestimable amistad de los mejores guitarristas, Regino Saiz de la Maza, Graciano Tarragó y su hija Renata, Emilio Pujol, Bartolomé Calatayud, Narciso Yepes, Andrés Segovia, el portugués, José Duarte Costa, todos ellos le invitaron a que dejara la Isla, considerándolo uno de los grandes, no tan solo del grupo de españoles, sino de europeos.
En su interpretación de música española, con la cual se compenetraba, se encontraban Albeniz, Granados, Falla y Turina. Entre los clásicos o contemporáneos se decantaba por, el Allegreto del Septimino de Beethoven, los celebres Nocturnos de Chopin y la incomparable serenata y Momento Musical de Schubert.
Debería continuar con la incomparable voz de María del Pilar Escandell. Añadir sobre nuestros cantantes, los que, al igual que Félix o Dario, decidieron quedar en su ciudad, dejando de lado días de gloria, como es el caso de Paulino María, ofreciendo a sus paisanos esporádicas intervenciones en galas benéficas. Cuando hubiera podido llevar a través de su magnífica voz el nombre de la Isla allende los mares. Felicidades Paulino. Con tu gesto has dado a conocer una vez más a tus paisanos tu humildad que te caracteriza.
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margarita.caules@gmail.com
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