Inmediatamente después de la reunión en Madrid de Mas con Rajoy, les vaticiné en estas mismas páginas que se iba a disolver la Cámara de Catalunya para convocar elecciones, y, efectivamente, así ha sido.
El próximo día 25 de noviembre, los catalanes están llamados a las urnas. Pero no será una votación autonómica como las anteriores, pues no primará el bienestar de la población en lo social o en lo económico, sino la continuación del partido que está como ningún otro al frente, curiosamente, de la independencia. Se puede llamar secesión o independencia. En una palabra, estamos hablando de la desvinculación del resto de España. Si bien eso tampoco será exactamente así de fácil, como ya les dejé dicho en mi último artículo sobre esta delicada cuestión. Un hecho de esta naturaleza fuerza es que lleve implícito podríamos decir, unos formulismos complejos, qué vaya usted a saber, hasta donde para Catalunya y sus políticos, serán vinculantes, porqué según Artur Mas, al otro día de la votación, se supone que ateniéndose al resultado, eso sería el día 26 de noviembre, convocarán un referéndum de autodeterminación, tanto si el gobierno de España lo permite como si no. O cómo dicen ahora, sí o sí.
¿Qué gana o pierde Artur Más con esta situación que él mismo lidera? En el capítulo de la ganancia, consigue que la quiebra económica, que a pesar de las duras reformas, no haya conseguido neutralizar, pase a un plano secundario. Incluso no le viene mal si la utiliza señalando la situación de quiebra virtual como corresponsable por formar parte de España. Políticamente, tampoco tiene nada que perder, más bien todo lo contrario, porque la situación creada, le lleva casi en volandas a ganar las elecciones del próximo 25 de noviembre. Además la situación de Catalunya frente al gobierno español, como poco supondrá una oferta millonaria de éste para intentar calmar los ánimos separatistas. Y… entonces ¿no hay capítulo de pérdidas? Sí que lo hay, claro que sí, aunque sólo sea por cumplir con aquel saber antiguo que nos advierte de que cuando conseguimos algunas cosas de las que tanto hemos anhelado políticamente hablado, tendremos el doble de preocupaciones que teníamos.
El verdadero problema para Mas y para Catalunya, es que después de ganar las elecciones del 25 de noviembre, tendrán ante sí todo el peso y la exigencia de la situación en el caso de Mas y su gobierno, que tan eficazmente ha colaborado en crear. Mas tendrá que pasar más de un fielato de los que no domina ni controla. Por ejemplo, la votación en el Parlamento de Madrid, que salvo una rareza más de la política, tiene perdido sólo con los votos del PP. La votación vía urnas a nivel nacional de todos los españoles que también tiene perdida. Y, aún yendo finalmente como ellos desean y pregonan, Europa presumiblemente, no los aceptaría en la Comunidad Europea. Todos estos imponderables Artur Mas los sabe, y eso forma parte, aunque no lo parezca, de la filigrana de su estudiado encaje de bolillos, pues en ambos casos, para Artur Mas, perder será ganar.
Sabe que en Catalunya no le culparán a él si no al resto de España. Él saldrá airoso tanto si pierde como si gana. Si pierde, incluso lo convertirán en mártir de la sinrazón del resto de España si ésta les niega su pretensión independentista.
No se puede hablar del separatismo catalán sin el paralelismo del separatismo vasco. Pero es curiosa la inteligencia catalana. Entre los vascos los hubo quienes buscaron lo mismo con el coche bomba y el tiro en la nuca. Los catalanes han echado mano de la paciencia, la pertinaz insistencia bien meditada de la palabra, hasta llegar a tener la calle concienciada y comprometida con una única exclamación ¡Independencia!, o a cambio de aletargarla, que el gobierno español sanee sus maltrechas arcas.
CIU, ha jugado su baza cuando España tiene más problemas que en cualquier otro momento de la democracia. Efectivamente la situación española, es ya por sí misma, económica, social y política, muy mala. Y ahora es cuando se ha hecho explosionar con toda su virulencia el volcán independentista catalán. Un volcán que siempre ha mantenido activo buena parte de los políticos catalanes hasta hacerlo llegar y compartir con la ciudadanía.
Fíjese Sr. Rajoy y créame que siento decirlo, pero me pregunto si todo eso le hubiera pasado al gobierno anterior, qué es lo que dirían ustedes. Déjeme pensar lo que habrían dicho… bueno… la verdad es que no me hace falta pensarlo.
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