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Cada vez más ciudadanos manifiestan tendencias suicidas, eso sí, solo quieren acabar con su vida virtual. No desean 'googlear' su nombre y que el ordenador les devuelva todas sus huellas digitales. Imágenes y comentarios, compras on line, perfiles de usuario..., pasado y presente forman un conglomerado en la red que puede ser o no comprometido, pero que muchas personas quieren eliminar.

Reclaman su 'derecho al olvido', regulado por la Unión Europea, y solo durante el año pasado la Agencia Española de Protección de Datos recibió 160 solicitudes de cancelación de datos en internet, un 80 por ciento más que en 2010. Pero en la mayoría de los casos, el suicidio 2.0 no llega a consumarse, y dejamos nuestras andanzas personales fuera de control, a merced de la tecnología y de aquellos que puedan sacarle partido a esa información.

El cotilleo, en esta aldea global, ha tomado dimensiones alarmantes y sin embargo, por imposible que nos pareciera en los años pre-facebook, ahora lo que causa extrañeza es que alguien permanezca al margen de ese mundo. Si no tienes vida virtual, no existes.