Ha saltado a la actualidad mundial y efímera que nos rodea, el caso de la octogenaria que ha destrozado (o restaurado, según ella) la pintura titulada "Ecce Homo".
Representa a Jesucristo detenido y herido, con una corona de espinas, en el momento en que es presentado ante el pueblo -despectivamente, populacho - por el entonces prefecto de la provincia romana de Judea, Poncio Pilatos. (¡He aquí el hombre! – les dice. Yo me lavo las manos). Y el populacho, dicho así, en plan despectivo, ya sabemos como reacciona… La restauradora aficionada, aunque cargada de buena fe, ha dejado el original hecho un "ecce homo" pero en su acepción figurada o "cromo". Estupefacción, risas y millones de bromas por la red…ha provocado tamaño despropósito; a pesar de que últimamente, nos estamos acostumbrando a despropósitos de todo tipo. Algunas Universidades han anunciado que estudiarán el fenómeno y sus desmadradas repercusiones.
El tema nos recuerda al personaje de Mr. Bean, en esa película en la que representa a un inepto empleado de la Galería Nacional de Londres, enviado a los Estados Unidos para participar en la recepción del cuadro "La Madre de Whistler". A veces, la cruda realidad parece superar a la ficción más inquietante. Por ejemplo, tras un Consejo de Ministros...
Lo que pasó con el robo del "Códice Calixtino" ya nos indujo a pensar en manos de quién puede estar un legado tan valioso e insustituible. Viejecitas, electricistas, políticos… El patrimonio espiritual y artístico de la Iglesia Católica es un ejemplo más de que cuidar lo que se ha recibido o heredado exige grandes dosis de esfuerzo, sensibilidad y formación, que no siempre están disponibles. Corremos el riesgo de perder para siempre una riqueza colectiva incalculable. Aunque a algunos, el tema les importe poco.
Hay una aristocracia que no se basa en los títulos nobiliarios ni en la simple riqueza acumulada por generaciones anteriores; existe la aristocracia del saber, del comportamiento noble, o la de aquellos que han llegado a ser los mejores en cualquier faceta o actividad humana. A veces, se intenta reunir a expertos en un tema, como en el "Cercle d'Economía de Menorca", para escuchar una opinión autorizada sobre algo que está en boca de todos. Podemos preguntarnos ¿Tienen el mismo valor todas las opiniones? ¿Debemos dárselo? ¿Existe la democracia intelectual? ¿Es todo cuestión de cantidad?
En el homenaje de Chillida a Juan Sebastián Bach, que se ha podido visitar en Alaior y actualmente en Sant Lluís, podemos leer una frase del genial músico, que dice: "No hay nada maravilloso en ello; solo se trata de golpear las notas adecuadas en el momento adecuado y el instrumento hace el resto." Aquí la palabra clave es: adecuado. O sea, "apropiado a las condiciones, circunstancias u objeto de algo". Porque en esta vida, te equivocas en una letra, y cambias suerte por muerte. No todos podemos ser Bach.
Aunque no alcancemos la excelencia, aprender a admirarla ya mejoraría bastante las cosas. Si en lugar de venerar la mediocridad y la estulticia distinguiésemos entre la versión original y una burda copia, la diferencia entre el gato y la liebre seguro que saltaría a la vista.
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