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El Foro Menorca Illa del Rei se mudó –quizás, en más expectante– ante la última intervención de la tarde. La más significativa, acaso la más esperada. Si bien, brillantes se habían manifestado anteriormente el resto de ponentes, cada uno en su ciencia. "Nadie tiene la culpa…" se dedujo de las palabras de verbo fácil y acompasado, pronunciadas en el prólogo de su disertación por el secretario de Estado. Se refería, como ya se ha divulgado reiteradamente, a que ni las administraciones autonómicas ni las locales eran las responsables de la situación financiera que se vive en nuestro país... Matizó, no obstante en clara puntualización, que sí…, que efectivamente se endeudaron –dichas instituciones– más de lo debido… Cuenta Vicente Vega, en su Diccionario de Anécdotas, que el administrador de un duque le expuso a su señoría, el deplorable estado de la tesorería ducal. Examinó por encima las cuentas y al fin contestó el duque: "Se gasta demasiado, en efecto. Mire: cuando salimos por la noche, hasta que regresamos están encendidas las dos farolas de la puerta. Con que luzca una, es suficiente... Y dio por terminada la audiencia."

Si el buen gobierno de las familias, por lo que atañe a su economía doméstica, reside forzosamente en acomodar sus gastos a los ingresos, cabria preguntarse aun corriendo el riesgo de rozar cierta ingenuidad… ¿por qué no puede dominar el mismo criterio, cuando, esas mismas personas, en su papel de gobernantes, administran los recursos públicos…?. Administrar con prudencia fue antaño máxima importante y recomendación reiterada por nuestros ascendientes y también por nuestros maestros. Las familias, las modestas con mayor motivo, tuvieron siempre que afrontar con "menos" (ingresos siempre limitados…), "más" necesidades de las que naturalmente podían y probablemente les hubiera gustado atender. Se imponía por tanto tener que elegir entre qué obligaciones seleccionadas debían decidir, a las cuales poder destinar sus esforzados y ahorrados recursos. Y acertar después… sin excesivo margen de error. Ni que decir tiene que endeudarse era un argumento prácticamente prohibido, a excepción de casos muy precisos en los que, asimismo, se requería del acuerdo unánime familiar, casi, casi… por apasionada aclamación.

El próximo pasado cinco de julio, la rectora de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, doña Esther Giménez-Salinas Colomer, con motivo del Acto de Graduación de la promoción 2012 , alentó –en la Ciudad Condal– a los recién titulados con unas muy sensatas y nada confusas palabras. " La persona que sobresale, la más inteligente es la que gestiona positivamente sus capacidades, cuando las circunstancias son adversas y, principalmente, como ahora, en momentos de crisis ...", convino la rectora. Evidentemente, la señora Giménez-Salinas se dirigía con sus razonadas e instructivas palabras a los universitarios allí presentes, pero igualmente podrían haber sido convenientemente recibidas por todos... Sin excluir, y dispensada sea la forma de señalar, a nuestros representantes en las administraciones que, como no ha de ser difícil colegir, deben asumir (y no ha de negarse que muchos lo hagan), incluso con entusiasmo, su inexcusable compromiso con los ciudadanos, que " son los dueños del dinero…". Eso dijo también, en "voz" acaso un tanto patrimonial…, el señor Beteta. (Ya saben, tal vez…, por aquello de ser dueños también de las deudas…).