–Di algo original…
–¿Te acuerdas de la lluvia que todo lo refresca y humedece? Como si un aspersor gigante regase generosamente a cuantas criaturas pululan incansables por los campos semidesiertos y las superpobladas ciudades…el agua es un regalo del cielo.
–No tan original. Me refiero a algo interesante.
–He visto a Jesús…
–¿Te vas a poner místico?
–No, este es un amigo mío, que vive en Barcelona; profesor universitario…de filosofía.
–Hombre, filosofía. Ya casi nadie se acuerda de ella.
–Vivimos en el tiempo de la prisa. El consumismo nos ha hecho impacientes e hiperactivos. Pero el olvido del ser nos conduce a una existencia convencional, inauténtica, que nos mantiene ocupados como a niños con sus juguetes regalados. El triunfo de las apariencias volátiles sobre la verdad sólida y la responsabilidad que conlleva, parece un signo de nuestra época…
–Demasiado profundo ¿Puedes contarme algo de la conversación?
–Nos vemos poco, son conversaciones que esperas durante meses, pero que nunca te defraudan, tanto por los temas tratados como por la amistad que nos une.
Dos parejas, con hijos e hijas, que suelen hablar un poco de todo…
–Ya, pero ¿llegasteis a alguna conclusión?
–Durante el aperitivo la cosa se puso fea. Ante la inoperancia de la inspección y el control de las bajas fraudulentas, ahora todos tenemos que pagar por ponernos enfermos. Obsesión recaudatoria, del control del gasto y pérdida de derechos por vía ejecutiva. Algunas vivencias recientes, que no habíamos tenido oportunidad de contarnos…Pedimos vino blanco (de cuyo nombre no quiero acordarme).
Con el primer plato, hablamos del inexorable paso del tiempo, de los hijos y del mundo actual, con sus pros y sus contras; algunas citas veraniegas dignas de recomendación en Menorca; viajes que hemos hecho y personas que hemos conocido, que valía la pena mencionar de forma distendida…
El segundo plato derivó hacia recuerdos de otras veces, de nuestros años de estudiantes y de cómo ha cambiado todo desde la Transición. Breves referencias a cuestiones de trabajo, salud y familia…
A los postres, todo parece estar en orden: una suave brisa aligera el ambiente tan sofocante, del día que se acaba y oscurece. Ya nos sentimos en paz con el universo, a pesar de las noticias que llegan…
Y, para redondear, la sobremesa, que fue como una prórroga…
– Pero ¿Llegasteis a alguna conclusión?
–Si, que había sido una noche muy agradable y que valdría la pena repetirla.
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