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El Consell ha explicado, en torno al extraño caso de la fiesta que no fue, la "White Experience" que se iba a celebrar esta noche en la playa de Binibèquer, que la autorización se solicitó tarde, esta misma semana. Lo que debía convertirse en un evento multitudinario, el primero de estas características en un arenal público, se presentó una mañana a los medios y por la tarde, en un despacho de la plaza de la Biosfera, se volatilizó. Digo extraño porque parece absurdo que alguien invierta dinero y esfuerzo, busque patrocinadores y convoque a la prensa sin tener atados todos los cabos, es decir, sin contar con los permisos pertinentes. Y si se tienen todos los papeles, también resulta increíble que, como lamentan los organizadores, se frene una iniciativa privada, precisamente por un gobierno que ha hecho de la misma su bandera.

Parece que en este caso el equipo del PP no quiere levantar mucha polvareda, ya que la iniciativa tenía también una vertiente benéfica e implicaba a la Asociación Contra el Cáncer, pero es de suponer que la empresa y la entidad confiaron, con razones suficientes y fundadas como para publicitar la fiesta, que el paso por el Consell estaba resuelto.