Francisco Caules Sintes
El pasado 30 de mayo pudimos ver en directo por la televisión desde el Parlamento como los diputados del llamado Partido Demócrata, en la oposición, provocaron un combate de boxeo versus los del Partido por Tailandia en el gobierno.
Los debates sobre la reforma de la Constitución redactada por los golpistas en 2007 y sobre la Ley de Reconciliación han reavivado el enfrentamiento entre los "camisas amarillas" conservadores, royalistas, radicales, élites aristocráticas, militares de alto rango, el palacio, la amataya… y los "camisas rojas", masas campesinas, siervos de la amataya, partidarios del populista Thaksin, desheredados, proletarios urbanos.
Es curioso que el objetivo de la reconciliación que se propuso desde el principio la primer ministro Yingluck se ha convertido en una guerra sin cuartel entre "amarillos" y "rojos", Partido Demócrata y Partido por Tailandia.El punto clave de la amnistía, necesaria para la verdadera reconciliación, lo constituye el depuesto primer ministro Thaksin exiliado en Dubai. El mismo general que dirigió el golpe de Estado en septiembre de 2006 Sonthi es el que intenta con su proyecto de ley de amnistía conseguir la reconciliación de los tailandeses. La confortable mayoría del Partido en el gobierno le permitiría aprobar la ley de reconciliación así como la reforma de la Constitución golpista de 2007.
El Partido Demócrata se opone radicalmente a incluir en la amnistía al depuesto Thaksin y a la devolución de millones de Euros que le fueron confiscados.La amataya odia a Thaksin por su populismo que le hizo ganar dos elecciones seguidas con una gran mayoría. Temerosos la élite que ha regido el país, la nobleza, altos mandos de fuerzas armadas, las clases privilegiadas y quizá el mismo palacio, que el regreso del popular Thaksin pudiera convertir a Tailandia en una democracia más al estilo occidental han cerrado filas contra una reconciliación de la que no son partidarios.
El talante del Partido Demócrata puede el lector verlo gráficamente en You tube. El parlamentario demócrata que acaba su intervención con tres "Heil Hitler'" atacando al presidente del Parlamento que ha dado conformidad a que se debata la ley de reconciliación nacional. El partido Demócrata acusa a los promotores de la Ley de Reconciliación de querer destruir la patria tailandesa, querer destronar al rey, alta traición, pretender instalar una república, ser comunistas, instalar el desprecio a la justicia, etc. Se basan en que Thaksin fue condenado por un tribunal de dudosa imparcialidad a dos años de cárcel por influir en que su exesposa adquiriera unos valiosísimos terrenos a un precio inferior al del mercado.
Cuando los Demócratas y con ellos los camisas amarillas ven que la mayoría parlamentaria les es adversa organizan la "melee" en el Parlamento atacando al mismísimo presidente. También aquí You tube nos da testimonio de lo que vimos en la televisión.Las vergonzosas escenas captadas por las cámaras, el anciano presidente zarandeado, desposeído de su sillón, protegido por la policía tiene que huir. Suthep, el número dos de los Demócratas hacienda el típico "wai" cortés y respetuoso saludo thai, y al mismo tiempo intentando agarrar al presidente del Parlamento. La riña tumultuosa a cargo de los parlamentarios demócratas se acaba cuando éstos utilizan como proyectiles fajos de papeles mientras la Policía forma un escudo protector alrededor de quien había osado permitir que se debatieran civilizadamente las leyes de reconciliación y de modificación de la Constitución golpista del 2007.
Entonces se produce el golpe de estado judicial. El Tribunal Constitucional pasando por encima del equilibrio de poderes prohíbe al legislativo que debata los dos proyectos de ley con la excusa de que pretenden abolir la monarquía y atacan la seguridad nacional. El periódico más derechista "The Nation" editorializa que la ley de reconciliación nacional si se aprobara con prisas iría contra el interés nacional. A pesar de no haber seguido el reglamento que dice que solo el Fiscal General puede acudir al Tribunal Constitucional éste pasa por encima del poder legislativo.
Tailandia esta otra vez más dividida que nunca. La primera ministra para evitar males mayores postpone la lectura de la ley de reconciliación hasta el nuevo periodo de sesiones dentro de tres meses. Los rojos han cedido a los amarillos.
Dos años después de los sucesos de Bangkok y sus noventa y pico de muertos Tailandia sigue con la misma división. Nadie quiere aceptar ningún argumento de la otra parte. Los "camisas amarillas" vuelven a la calle. Los "camisas rojas" también.
El bunker de la amataya, de las élites que apoyó el golpe de estado no puede aceptar que Thaksin sea de nuevo su adversario dentro de la legalidad. Ni Thaksin es un santo ni es muy diferente de los políticos corruptos que manejan el país de las sonrisas pero fue elegido democráticamente y depuesto por los generales.
Si se producen nuevos enfrentamientos, ahora en la calle, la sombra de la Guerra Civil se proyecta de nuevo sobre el país. Esperemos que las posturas se calmen y de nuevo pueda ser Tailandia una monarquía constitucional y democrática donde hablen solo las urnas.
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