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Antes se llevaba el principio de autoridad, que ya no está de moda. La cosa se ha relajado bastante y, a veces, da la impresión de que, como somos libres, cada uno puede hacer lo que le de la gana. Aspiramos a ser independientes y a no tener a nadie por encima, que nos diga lo que tenemos o podemos hacer. Además, los propios gobernantes han perdido prestigio y credibilidad, por falta de rigor ético y control presupuestario.

Como todo en la vida colectiva suele empezar por el principio, hemos substituido el viejo principio de autoridad por el joven principio de austeridad, que manda tanto o más que aquel y nos está resultando la mar de antipático, dados sus contundentes efectos sobre nuestra vida y costumbres...

Todas las decisiones que se tomen con vistas a ese principio, resultan incuestionables. Además, incluso parece que nos las imponen desde fuera. "Yo no quería, pero no hay más remedio. O vendrán los hombres de negro".

Nos llaman manirrotos, corruptos e improductivos. A eso se suma el hecho de que cada día descubrimos algún chanchullo nuevo que se montó con nuestro dinero (público) en los gloriosos tiempos del desmadre y el pelotazo. Y ahora tenemos que cumplir la penitencia - pardillos por pecadores- y con unos intereses asfixiantes. Las conversaciones son cortas, porque la gente intenta no malgastar palabras.

- Todo el mundo habla de la prima y ya casi nadie se acuerda de la suegra.
- El otro día se disparó el Ibex y casi me da.
- Antes éramos, o todos moros, o todos cristianos, pero ahora la gente se ha vuelto más heterogénea, diversa, variada, polifacética y flemática.
. La globalización es lo que tiene…
. Que hay mucho dinero para unos y no hay ni trabajo para otros.
- Austeridad, divino tesoro…
. Mientras vemos como se despilfarra escandalosamente en otros lugares.
. Pues cambia de canal y dedícate a ver deporte.
. En el deporte, unos ganan y otros pierden. Me recuerda el desigual reparto de riqueza y pobreza.
- Hay que recortar. Es nuestra misión. Pagar deudas y equilibrar las cuentas.
. Si no crecemos y recaudamos, ¿cómo podremos pagar?
- (cantando cual Antonio Molina) Soy austerooo, tengo deudas en el banco y una hipotecaaa. Quise comprarme con dinero, que me dejaban, el mundo entero. A mi recortar en sanidad o educación ya no me espanta, porque yoooo…yo soy austeroooo…
. ¿Ya sabes lo que vale un peine?
- Sí. Me lo compraré en las rebajas…

Como valor positivo, la austeridad se contrapone al derroche y al gasto compulsivo. Si la felicidad fuese una cuestión cuantitativa y científica, se vendería en las farmacias. Diógenes se burlaba del afán de posesión; San Francisco de Asís es un referente de los valores ecológico-evangélicos; los espartanos llevaban una vida espartana, como no podía ser de otra manera; y nuestros antepasados economizaban, haciendo de la necesidad virtud…pero lo más importante, es que haya trabajo para todos.