Pasar a la gloriosa historia política del reino de España ya tiene su penúltimo precio, como ustedes saben: 165.000 euros más IVA, esto es, 190.000 euros, cantidad que tendrá que abonar el Ministerio de Fomento al artista manchego Antonio López por el retrato de Francisco Álvarez Cascos a colgar en la galería de exministros titulares de tan importante departamento ministerial.
Así que mejor olvidarse del estrés y del pozo del pesimismo y, por el contrario, escalar con ánimo confiado la montaña del optimismo. Desde la tranquilidad que concede la mayoría absoluta, Mariano Rajoy considera innecesario convocar ahora el debate sobre el estado de la nación (al fin y al cabo todo el mundo ve cómo está la nación). Hoy lo que toca, entre otras cosas, es relajarse y celebrar el resultado de las elecciones griegas, la superioridad de España en la Eurocopa futbolística o la dimisión de Carlos Dívar de su doble cargo de cuarta autoridad del Estado.
En los últimos días se han prodigado los predicadores que intentan vender vasos rebosantes de optimismo. Conviene aprovechar esa coyuntura y más cuando muchos telediarios se recrean con la difusión de noticias intrascendentes y frívolas para cumplir a rajatabla con el principio televisivo del entretenimiento. Que el presidente del Gobierno afirmaba categórico el otro día que España, si no gasta "lo que no tenemos", saldrá de la crisis "bien y pronto, y saldremos reforzados". Rajoy no concretó fecha sobre el aludido "pronto". José Ramón Bauzá, en cambio, se ha atrevido a vaticinar que Balears saldrá de la crisis a partir de finales de 2013. Lo dicho: que no falte una abundante ración de optimismo. Pese a la enésima tanda de recortes y sacrificios que aguarda a los ciudadanos, ahora con el pretexto del rescate bancario.
El neoliberalismo prosigue, bien arropado, su camino. Digan lo que digan las encuestas de Gadeso, a cuyos resultados por cierto ya hace años que no concedo la más mínima consideración. Y si el presidente Bauzá respira optimismo, cabe deducir que el conseller Carlos Delgado también se mostrará optimista, pero el muy pillín no quiere soltar la competencia de promoción turística, lo que, curiosamente, no ha originado protesta alguna por parte de su colega menorquín Simón Gornés y del equipo de gobierno del Consell de Menorca. Valga añadir no obstante que el gobierno de Francesc Antich tampoco quiso traspasar la referida competencia y ni Joana Barceló ni Marc Pons protestaron. Ya lo ha advertido el alcalde de Manacor, Antoni Pastor: "Bauzá quiere un gobierno sumiso".
A poco que se reflexione con cierta calma, quizá ha llegado la hora de aparcar la desbordante y agobiante realidad y deslizarse durante una larga temporada por la pendiente de la política ficción, siempre agradecida; una pendiente que sea muy pronunciada para servir mejor la necesidad de liberación ante la retahíla de estupideces, debilidades, indecisiones, complicidades, ambigüedades, contradicciones, incumplimientos, engaños y mentiras que se suceden en la vida política. Ustedes deciden.
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