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Llega la noticia a la redacción: harán pagar en la Albufera des Grau. Al instante viajo en el tiempo, a cuando en verano frecuentaba un paraje al que por sobradamente conocido no daba suficiente importancia. Me imagino pasando por una taquilla para rememorar in situ mi infancia, o incluso liderando una iniciativa del tipo #Novullpagar ante tal expolio de recuerdos. No obstante, Maria Solá me tranquiliza. Solo se paga por los servicios que ofrece el Centro de Interpretación, como por ejemplo, las visitas guiadas. Pasear va a seguir siendo gratis. Menos mal. Por un momento temí que se había cumplido aquella premonición hiperbólica que aparece con frecuencia de un tiempo a esta parte: "Pronto nos harán pagar hasta por pasear". De momento, no. Los patos solo serán de "pay per view" si a uno le llevan de la mano y el especialista le ayuda a distinguir una "fotja" de un botijo. Se trata de una especie de tasa, que el turista o visitante ocasional abonará al ser asesorado, para que el parque natural pueda mantenerse en óptimas condiciones. Pagar por entrar a ver un monumento, un museo, un edificio histórico, no suele ser mal percibido por el foráneo que manifiesta un alto interés por un espacio concreto, porque suele entender que precisamente este dinero se destina a preservarlo. Estamos hablando de una ecotasa en un espacio limitado, ecotasa que tanto demonizó el PP y a la que ahora recurre en versión reducida para humedales.