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Te lo tengo que decir clarito para que luego no digas que hablo de ti a tus espaldas, me caes muy mal, Christine.

Y no es porque seas la gerente del FMI, ni tampoco porque tengas un sueldo libre de impuestos de unos 391.963 euros, ni porque te baste trabajar dos años en tu cargo para jubilarte con el 50 por ciento de tu sueldo libre de polvo y paja, ni porque te basten diez años en el cargo para jubilarte con el 100 por cien de tu sueldo, ni porque algunos te consideren la decimoséptima persona más poderosa del mundo, ni tan siquiera porque seas francesa y abogada.
Si me caes mal, muy mal, es porque no me gustan tus consejos, ni los de tu organización.

Me parece inmoral y de una falta de sensibilidad total, que te atrevas a pedir mayores esfuerzos a pueblos enteros, con la cantidad de privilegios con los que tú vives.

Es decir, si las recomendaciones que te atreves alegremente a lanzar, las hicieras desde un piso de 40 metros cuadrados y un sueldo de 800 euros, seguirían sin gustarme, pero me parecerías algo más coherente.

Pero resulta que tú, que cobras lo que cobras, que te jubilas como te jubilas, que tienes unos derechos laborales que ni por asomo sueña ningún trabajador, precisamente tú te atreves a decirnos que debemos bajarnos aún más el sueldo, que debemos jubilarnos más tarde y con más años cotizados, que debemos privatizar la sanidad, la educación y el fondo de las pensiones, que debemos renunciar a cualquier derecho, etc.

Vamos a ver ,Christine, vale que tu paso por un gobierno Sakorzy, ejerciendo de ministra, te ha podido afectar, vale que el estar siempre pisando moqueta y viajando en primera te ha podido alejar de la realidad, vale que tus jefes piensen que eres productiva y competente como para llevarte esa pasta, pero que exijas a los ciudadanos de un país que se aprieten más el cinturón, cuando ya tenemos casos de niños con malnutrición, es pasarse un poquito.

Bueno, Christine, ya lo sabes me caes muy mal, tú y todos los que actúan como tú, es decir todos aquellos con poder que buscáis el beneficio de unos poquitos, aunque sea a base del sufrimiento de muchos.

Si algún día te decides a venir por Menorca, me gustaría invitarte a tomar un café, no te preocupes yo pago, más que nada para escuchar de cerca tus argumentos, y que me expliques las ventajas, yo no las veo, de que exista una organización como la tuya, y de paso repasar juntos la ética kantiana, recuerdas eso de que las personas son absolutamente valiosas, fines en sí, dotadas de dignidad y no intercambiables por un precio. Pues eso, Christine, más Kant y menos mercado.