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Mariano Rajoy intentó ayer en el Congreso convertir en anecdótico el correctivo impuesto por el Eurogrupo al objetivo del déficit. Como si no tuviera trascendencia el tener que recortar cinco mil millones más. Como si fuera lo mismo 5,3 que 5,8.

Sin embargo, lo ocurrido pone de manifiesto que ni siquiera Europa se fía de su tan manido "sentido común" y le recuerda que formamos parte de un club donde las normas rigen para todos y las excepciones se pactan con habilidad. No a las bravas.

Es difícil, hay que reconocerlo, tener que tragarse la rimbombante apelación a la soberanía nacional y que luego le obliguen a un tajo suplementario. Pero el intento de minimizar sus efectos suena a ocultar la derrota.

Ante el pavor de las autonomías, Montoro tuvo que salir a la palestra para asegurar que los cinco mil millones no van a repercutir en el tope de déficit autonómico. Lo que no dijo es dónde se va a meter la tijera. Como ya nos empiezan a tener acostumbrados, Guindos fue quien adelantó un posible aumento del IVA para 2013, lo que se puede traducir en subidas inminentes.

De haberlo negociado convenientemente, la propuesta de Rajoy era sin duda la mejor para el año de recesión que se avecina. Bruselas llevaba tiempo exigiendo conocer los presupuestos para valorar los "esfuerzos" hechos por el Gobierno del PP. Pero el ganar las elecciones andaluzas era más importante que el castigo de los socios europeos.
Mariano Rajoy debe haber aprendido (confiemos en ello) que contar con las simpatías de Ángela Merkel no exime de cumplir los compromisos con el resto de los socios. Sería deseable que no volviera a someter al Congreso de los Diputados al ridículo de votar un techo de gasto que, al día siguiente y con la soberanía en el refajo, se convierte en otra cifra.

Entre las graves acusaciones que, el actual presidente del Gobierno, lanzó contra su antecesor cuando este tuvo que presentar en mayo de 2010 el plan de ajuste impuesto por Europa, figuraba la de tener un papel irrelevante ante las autoridades de la Comisión y la de consentir una "intervención" de facto sin fondo de rescate. ¿Cómo se llama lo que ha sucedido ahora?

Con el agua al cuello como se encuentra la economía española no sería mala idea que, ya que Obama se está planteando acortar la misión en Afganistán, las tropas españolas siguieran la misma senda de regreso a casa. El coste de esta operación militar, sumada a la del Líbano, es uno de los gastos que el Estado no se puede permitir. Y sin lugar a dudas mucho menos justificable que el recorte en Sanidad o Educación.

Puestos a incrementar los ingresos para las arcas públicas no es desatinado, como propone Rubalcaba, que se grave el consumo de alcohol y tabaco o, porque no, los coches de lujo, un sector que ha disparado beneficios con la crisis. Aunque la subida del IVA, según todos los expertos, va a ser sí o sí.