Firmar un contrato con una compañía telefónica se puede comparar a día de hoy con el hecho de pasar por la vicaría. Los procedimientos que utilizan este tipo de empresas son similares a los que emplea un novio cuando se decide a arrodillarse ante su amada para pedirle matrimonio. La diferencia está en que, en vez de regalarte un anillo de diamantes, las compañías te agasajan con un móvil de última generación. Todo parece muy bonito al principio pero, cuando empiezan los problemas, te sientes sola y abandonada y, si la cosa va a peor y decides ponerte dura, tus palabras parecen caer en saco roto. Además, en estos casos no existe la posibilidad de una separación de mutuo acuerdo y, mucho menos, de divorcio exprés. No es posible abandonar a tu "pareja" sin un fajo de billetes de por medio, tal y como establece el contrato de permanencia. Así que si te enamoras de otro móvil, es mejor pensárselo dos veces. Reconozco que no es fácil resistirse a la tentación cuando tus pretendientes te acosan continuamente por vía telefónica mostrando su cara más amable y recordándote las fantásticas características de tal o cual smartphone. Pero no nos engañemos, todos son iguales. Así que ya saben, del mismo modo que uno reflexiona antes de dar el paso de contraer matrimonio con su pareja, piénsenlo dos veces antes de comprometerse con una compañía.
Punto de mira
Casada con la compañía
04/03/12 0:00
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