¿Hace falta tener modelos de comportamiento para aprender como comportarse en esta vida? Muchas sociedades así lo creen. En la España en la que me crié, nos aleccionaban con vidas ejemplares. En aquellos tiempos esas vidas ejemplares provenían de la Historia Sagrada o del Flors Santorum. Muchas tenían un cierto grado de inspiración, otras parecían muy ajenas a nuestra realidad, otras me confundían profundamente.
La historia del señor Abraham y su hijo Isaac, ejemplo de la fe que se debía tener, me dejaba siempre confuso. "¿No habría una forma más inteligente de demostrar la fe?", pregunte una vez. No obtuve respuesta, lo que sí aprendí que hay cosas que no se preguntan. Pero según parece, la lectura de vidas ejemplares ayuda a los niños y jóvenes a formar su carácter.
Aquí, en USA, no tenemos santos, pero sí tenemos héroes. Lo que es parecido. Los niños crecen aleccionados con anécdotas y hechos ejemplares de Washington y Lincoln entre otros. Todos los niños han oído contar la anécdota, inventada y declarada como tal por quien la inventó, del niño Washington y el cerezo. La razón por la cual se sigue explicando parece ser la misma que la razón dada por los editores de la Biblia de Jerusalén al incluir el episodio de la mujer adúltera en el Evangelio de Juan. Este episodio no aparece en los manuscritos más antiguos de este Evangelio ni en los otros evangelios y hay abundante evidencia de que nunca estuvo en la versión original. Pero, en una nota a pie de página, y después de reconocer estos hechos, los editores dicen: su canonicidad, su carácter inspirado y su valor histórico están fuera de discusión.
Dejando estos detalles aparte, nuestra sociedad sigue buscando héroes. No solo la sociedad en sentido global, sino los grupos sociales dentro de ella. Así la comunidad afro-americana tiene a Martin Luther King como santo patrón, aunque en estos tiempos ha sido ya canonizado por el Estado Federal.
El grupo latino/hispánico está a la búsqueda de sus héroes y parece que en la región del Este de Tennessee se ha encontrado uno: el almirante Farragut. Tiene todas las condiciones requeridas, hijo de emigrante, muchos preferirían que sus padres fueran de América del Sur, pero Menorca vale, casi nadie en este país sabe donde está. Fue héroe de la guerra civil y ascendió de familia humilde a una de los puestos más altos en el Estado.
El almirante nació muy cerca de donde vivo, en una cabaña a la orilla norte del río Holston, a unas 15 millas de la ciudad de Knoxville y muy cerca de la actual ciudad que lleva su nombre. Hace un poco más de un año, se erigió un monumento al almirante en esta ciudad como ya se comentó en este periódico. La cabaña fue destruida a principios del siglo XIX. Cerca del donde estaba la cabaña aun existe el embarcadero donde su padre hacía transbordo de pasajeros que querían cruzar el río.
Ahora, la zona donde nació el almirante está en propiedad privada. La dueña quiere hacer casas y venderlas. Tiene la zona dividida en 9 lotes y quería pedir medio millón de dólares por cada uno, ya que tienen acceso al lago. Pero resulta que para poder llegar al lago tendrían que atravesar terreno del Parque del Almirante, en realidad una tirita de terreno que bordea la tierra y en donde se erigió una lápida conmemorativa. Como puede verse en la foto, en bastante mal estado.
Se ha formado un grupo en Knoxville apoyado por varias asociaciones para intentar recuperar esta zona y erigirla en monumento nacional. Pero en estos tiempos de crisis es difícil encontrar el dinero necesario.
Las biografías de Farragut nos presentan al Almirante como una persona humana que se comportó heroicamente en su momento. De momento, no he oído que hayan inventado anécdotas. Esperemos que se mantenga la autenticidad de su vida. Para mí no hay mejor modelo de comportamiento que él que se basa en la verdad.
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