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El Gobierno de Mariano Rajoy ha aprobado una profunda reforma laboral calificada por muchos como la de mayor calado de la democracia. El objetivo del paquete de medidas presentadas el viernes es dar un vuelco al mercado de trabajo para acabar con el que sin duda es hoy el primer problema de este país, el paro. Con la sangría que representa para la sociedad tener cinco millones de desempleados y la incapacidad de los agentes sociales para llegar a un acuerdo, el PP promueve un programa para fomentar el fomento y facilitar el camino a las empresas para que puedan sobrevivir en los tiempos de profunda crisis como los que estamos viviendo. Pero también se lanza un claro mensaje al exterior, tanto a los mercados como a la Unión Europea en el sentido de que España está haciendo los ajustes económicos que se le reclaman. No cabía más dilación, pero acierta el Ejecutivo al decidir que la nueva regulación se tramitará en el Congreso de los Diputados como proyecto de ley para abrir así el debate al resto de formaciones políticas al objeto de que el texto pueda mejorarse o enmendarse. El tiempo dirá si la reforma, que ya ha despertado airadas protestas sociales, contribuye a crear el escenario laboral más dinámico y competitivo que exige la situación actual.