Rajoy dice poco y aparentemente para otros, habla privadamente pero en realidad para que luego se haga público y reinterpretado llegue a los verdaderos destinatarios: "esta reforma me costará una huelga" dijo, y esa frase en boca de Rajoy suena para Angela Merkel como si en alemán hubiera dicho un claro y conciso "oído cocina". Para los españoles, sin embargo, esa misma frase tiene un doble contenido de distinto mensaje. Por un lado nos está diciendo que se va a realizar una reforma que va a castigar todavía más a los más vulnerables, es decir, se abaratarán los despidos, se facilitarán contratos flexibles y reversibles, se moderarán más los salarios y en fin, que todo se reestructurará de forma que se sirva en bandeja que los más favorecidos puedan mantener más tiempo su situación y mejorarla mientras el resto empeora y organiza huelgas. Y por otro lado lo que Mariano Rajoy nos está diciendo con esa frase es que no le impresionan las huelgas y que concretamente ésta no le va a hacer cambiar de opinión, pues la decisión está tomada teniéndola en cuenta de antemano, antes incluso de que se organice y se lleve a cabo, independientemente del éxito y el índice de participación, todo un malabarismo político, ningunear una huelga, restarle valor o trascendencia antes de que ocurra y sin que se conozca no ya que va a realizarse sino siquiera el contexto real por el que debería protestar, es, sin duda, un hecho nuevo, insólito, no tan astuto como perverso.
Un salmón en Leteo
Obstinada persistencia
06/02/12 0:00
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