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Para aquellos niños de "Preparatoria", sus palabras eran, puntualmente, inaprensibles. Como lo serían ciertas acciones humanas observadas por un alienígena. La del sembrador, por ejemplo, al soterrar la semilla y aguardar a que las lluvias obren el milagro... Sus palabras, que se paseaban, invisibles, por el aula de chavales en pantalón corto y pupitres de madera donde muchos habían perpetuado una primera querencia, tenían mucho de semilla. Mucho de sembrador. No las entendíais. Pero el halo de misterio con que la propia incomprensión las cubría favorecía su permanencia en la memoria. Esas palabras, las de doña María, las de la maestra, anidaban en vuestros corazones y ahí, almacenadas, aguardaban también la lluvia de la madurez… Y, de pronto, brotaban… Doña María fue siempre –lo sabes- una precursora y la primera que se obstinó en colaros en el aula un aparato de televisión para que contemplarais, atónitos, lo que, en esa época de punteros y clases carcelarias, se denominaba (y aquí la redundancia es insalvable) "Televisión escolar". Entonces, los ríos de España presos en los ajados mapas y los cuerpos humanos desprovistos de decorosa piel, colgados de paredes de colores indefinibles, sufrían en silencio su exilio por mor de las nuevas tecnologías. Las niñas de al lado (las clases no eran mixtas) os envidiaban en el espacio contiguo, conscientes de que ellas no tenían a doña María; de que no leerían, jamás, "Platero y yo"; de que aquel aparato demoniaco no visitaría jamás esa su aula, donde la pedagogía tenía nombre de corsé… Una de esas palabras inaprensibles fue "calumnia". Cuando la pronunciaba, doña María era otra, como más dura, como más triste… Hablaba entonces de vasos rotos; de crímenes del alma; de aguas que, una vez derramadas, esparcidas, eran ya irrecuperables; de "difama que algo queda"; de que, después de una muerte física, esa era la peor…

- La semilla dio sus primeros brotes –le cuentas a un Roig que, afortunadamente, se empecina en vivir-. Aunque no sé, a ciencia cierta, cuando…

En este país que sigue siendo profundamente cainita, recuperas con frecuencia esas viejas advertencias morales, esas reflexiones de doña María sobre la crítica letal… Al ver como, por ejemplo, aburridos, seguís sin extraer del ojo propio la viga, mientras os dedicáis con fruición a sajar la paja ajena. Así, políticos de la indecencia, de espaldas a la presunción de inocencia, "celebran" juicios paralelos y aplican "penas de telediario" cuando no condenas inmunes a sentencias reales… Una vez roto el vaso y esparcida el agua, no hay tercer grado posible, ni redención, ni plazos, ni reinserción, ni… Ha ocurrido y ocurre (ocurrirá) con Camps y con Garzón y con… Los gritos serán parecidos, los comportamientos, también. El sectarismo (de uno u otro color), el juez instructor…

- No ocurre únicamente en el mundo político –te increpa Roig-.

También en la calle –le dirías- las palabras de doña María dejan de ser inaprensibles y, entre ellas, "calumnia". Y su voz, suave, te llega nuevamente desde las profundidades de esa huerta que ella supo crear en cada uno de vosotros: "Si robáis podéis devolver el dinero con intereses. Si calumniáis no podréis reparar el daño causado". Y la ves ahora, insistiendo: "Después de una muerte física, de un crimen, el peor delito es el de la difamación…"

Como diría Gracián hay personas que deberían ser inmortales, para eternizar su tarea de siembra, para seguir iluminando con su rectitud el mundo, para…- También a nivel de calle…Sabes lo que Roig va a decirte. Que también vosotros os vestís diariamente con vuestra particular toga y el birrete que os confiere esa verdad personal que juzgáis inamovible. Desde ella dictáis sentencia de acuerdo a la jurisprudencia de los prejuicios, de la difamación. El reo carece de defensa.

Por no saber, no sabe ni tan siquiera que es juzgado. Y sufre la pena del juicio temerario, del desprestigio, de la marginación o de la burla hiriente… Puede que hoy le toque al vecino, mañana al compañero de trabajo… Puede que, incluso, el juez se mude en acusado… Tal vez un día te toque a ti… Reos, abogados, fiscales y jueces intercambiándose los papeles, inconscientes, mientras pasean por el barrio, ese que a veces no es sino una enorme sala de un tribunal hiriente…
- Nos hemos acostumbrado a demasiadas cosas, Roig, incluso a la mentira diaria que, precisamente por diaria, ya no nos parece letal…

Roig duerme ahora a tu lado, en el sofá, pegadito a tu pierna, mientras lees los periódicos. Todos hablan de regeneración ética, de reformas en la Justicia… ¡Bien! –gritas para tus adentros-. Pero luego caes en la cuenta de que la primera reforma, la más importante, quizás sea la personal e intransferible. La de muchos. La de todos. La que consiga que dejéis vuestras togas de la miseria; que obviéis dictar sentencias; que entreguéis las armas de la injuria; que tengáis, en definitiva, un poco más de caridad… Frecuentemente, las grandes cosas, comienzan por ahí…