A lo largo de la historia ha sido constante la lucha de los pueblos por mantener su propia identidad. Ha sido característica de quienes se sentían amenazados por la intromisión de otras culturas que distorsionaban su "yo" histórico. Pero el problema surge cuando identidad y libertad chocan produciéndose fricciones que plantean una problemática de doble dirección. Primero, cuando no hay consenso social en acordar que clase de identidad caracteriza a un territorio particular una vez nos alejamos de los intereses políticos con que algunos tiñen sus pretensiones de predominio cultural. Y segundo, en saber cual es la mejor fórmula para defender aquella "identidad" preservando, al tiempo, la libertad del individuo al exonerarlo de imposiciones.
Efectivamente, predicar una pretendida identidad definida y particular cuando no todos "los del lugar" aceptan una visión única de la realidad histórica es conflictivo ya que también existen otras formas de asumir como se ha llegado a la realidad social del "hoy".
Hace tiempo escribí: "A Menorca (almanco fins ara) teníem molt marcada sa nostra tradició. Sa història, que és lo que dirigeix aquesta tradició, ha estat conseqüència de sa condició i situació geogràfica de sa nostra Roqueta que a la vegada, ha estat també oberta a diferents corrents del món per mor de s' interrelació que hem tingut amb tants de pobles (i amb tantes altres cultures) que han passat per aquí. Totes elles mos han deixat es seu gra cultural que s' ha sumat a lo que ja havíem anat acumulant anteriorment. I tot açò, junt i en conjunt, conforma s' idea de Menorca. Avui en dia però ha sorgit un determinat i concret moviment social-polític que entén que sa "menorquinitat" ha de ésser entesa des d'un seguiment tancat i sotmès només a n' es dictats d'un altre territori espanyol. Concretament pretenen substituir lo que històricament s' ha conegut com "lo menorquí" per "lo català". Substitueixen sa visió ampla del món per una visió estreta i interessada per motivacions polítiques. Aquesta reduïda visió cultural és sa que ara per ara, i de forma lamentable pes mal que mos fa com a poble obert, sura a Menorca…. Haver de ésser subvencionada a perpetuïtat però mostra sa seva superficialitat i falta d' arrelament popular massiu".
En Menorca el reducido pero influyente sector denominado nacionalista nos considera a todos "catalanes" sin más pero nunca se ha atrevido en presentarse a unas elecciones defendiéndolo de forma nítida. Sí, ¿cuándo se presentará el PSM/EM, etc. a unas elecciones bajo el lema "!Som catalans. Ens sentim catalans. Defensem la gran Catalunya. No volem ser espanyols?". Quizás esa nitidez de conceptos ayudaría a clarificar el panorama social actual de la Isla más allá de distorsiones, ensoñaciones y ficciones.
En su lugar, esos partidos, se refugian en evanescentes y amenos conceptos ecológicos, folklóricos, sociales, tradicionales, etc. para captar adhesiones sentimentales que difuminan y maquillan su objetivo real: la secesión de España. (¿No engañan de hecho a sus votantes?).
Las huestes nacionalistas que han gobernado nuestras islas nos han forzado a plantearnos una cuestión inimaginable hace pocos años. La imposición lingüística y política a que nos han sometido ha provocado que hayamos tenido que elegir entre libertad individual e identidad forzada donde el supuesto mantenimiento de esa identidad ficticia ha devenido en imposición totalitaria mientras que defender la libertad individual te puede convertir en "sospechoso" de desafección a tu tierra. Pero para muchos decir no a la imposición se ha convertido en obligación para defender aquella irrenunciable libertad ciudadana.
Sí, todos sabemos que libertad individual y nacionalismo identitario no cuadran, no casan. No van de la mano. De hecho la identidad forzada (y más cuando es importada) es incompatible con la libertad ciudadana. La prostituye. Le impide existir. ¿No creen que sería mejor (¡cuánto apoyo cosecharía!) si en cada una de nuestras islas se defendiese la voluntad individual y se incentivara la propia modalidad lingüística en un marco de libertad sin adhesiones forzosas? Conjugar identidad cotidiana y libertad individual sería posible desde el respecto al individuo. Preferir la imposición a la voluntad propia es garantía de totalitarismo.
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Notas: Un amigo (persona muy conocida en Mahón) me escribe y me adjunta un recorte del "Menorca" (13 julio 2010) donde una entrevista al ex director general de "La Vanguardia" Esteve Molist Pol (87) es titulada así: "La separació entre Espanya i Catalunya no existiria sense els polítics i els filòlegs". Y afirma el entrevistado: "…el problema no existiria si els polítics no hi fossin. És un problema artificial que també ajuden a crear els filòlegs que viuen de l'estudi i la manipulació, en el bon sentit de la paraula, de la llengua i acaben convertint-la en un factor que separa, en una barrera diferencial, tal i com detectà antigament Herodot". Nunca se ha dicho mayor verdad.
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