TW
0

Ojeando el último tomo de la Enciclopedia de Menorca, me vienen los viejos recuerdos de muchas personas que aceptaron el compromiso de llevar adelante este proyecto.

Habíamos conquistado las libertades democráticas e iniciado el proceso constituyente, cuando Josep Miquel Vidal Hernández nos transmitió su proyecto, que en un principio tenía que ir al mundo de la educación, y que la enciclopedia era un arma fundamental para la recuperación de la identidad de la cultura menorquina. No se hubiese iniciado de no haber contado con el compromiso y la participación activa de Miquel Vanrell Mulet, que supo encontrar apoyo en muchos miembros de Obra Cultural de Menorca , y que nos embarcó en un sueño realizable. No se necesitaba solamente el apoyo moral, sino que teníamos que tener garantías financieras, y es en este aspecto en el que él jugó un gran papel con una fórmula fácil que ofreció el Josep Mª Llacuna con la colaboración del notario Julio Trujillo. Consistía en hacer pólizas pequeñas, y que nos avaláramos recíprocamente. En los inicios participaron Pere Sintes, Matilde Gomila, Yato Carreras, Pito Pons, Mevis Pons, Emili de Balanzó, Miquel Vanrell, Rafael Riudavets, Josep M. Vidal Hdez., Jaume Vidal Bagur, Llorenç Pons Capella, yo mismo y unos cuantos más del entorno de Obra Cultural. Durante años nos dedicamos a buscar subvenciones, pagarés, ayudas, bonos, promociones, pólizas y siempre éramos los mismos, siempre con el apoyo moral de Josep Mª Pons Roca que contaba con un gran reconocimiento. Aquí deseo hacer una mención muy especial a un gran donativo que me entregó Pedro Montañés, así como otro de menor cuantía, pero también importante, de Rafael Timoner. Pero el agitador de todos esos movimientos era nuestro querido Miquel Vanrell. No teníamos miedo a firmar ni a continuar sufriendo, ya que éramos conscientes de lo que se estaba realizando.

Luego vinieron otras historias con la aparición de Fernando Rubió i Tudurí, que hizo grandes aportaciones con habilidad para estar siempre en el sitio oportuno, y preparar su paso por la historia con grandeza y honor.

Han pasado algunos años de la muerte de mi gran compañero y amigo, Miquel Vanrell, aquella alma con una gran capacidad para movilizar, agitar y crear ilusiones. Fueron muchos años recorriendo el mismo camino, y muchas veces con el mismo paso.

Hoy me acuerdo mucho de él, y más cuando estamos observando el temor de muchos intelectuales y de profesionales de ejercitar la democracia. Hay miedo, y creo que es porque más de uno está asumiendo que hoy en día vale más mantener la posición social y silenciar las escasas aportaciones al enriquecimiento de la cultura democrática, que tiene como base la libertad, la autonomía y la participación.

Estoy seguro de que Miquel Vanrell no tendría ningún miedo en participar en cualquier consulta popular, siempre que ésta fuese regulada por las leyes democráticas.

He querido recordar este episodio para que, con otras aportaciones y versiones, podamos hacernos una idea de lo que sucedió en nuestra época, contrastando lo que está sucediendo en nuestros días.