George Burns, el célebre actor neoyorquino que rodó películas hasta casi cumplir 100 años, edad a la que falleció, solía decir, con su célebre puro en la mano: "Soy tan viejo, que cuando era un niño el Mar Muerto sólo estaba enfermo".
Los israelíes lo llaman "Mar de Sal" ("Yam ha Mélaj") y ya lo menciona con ese nombre la Biblia en el Génesis aunque también aparece como "Mar de Oriente". No muy lejos de aquí estaban Sodoma y Gomorra, que el Señor destruyó salvando a Lot y sus hijas. Como se recordará, la mujer de Lot no pudo salvarse por contravenir el mandato divino y ceder a la tentación de volverse a mirar cómo se destruían las ciudades, quedando convertida en estatua de sal, precisamente.
En realidad, el Mar Muerto es a la vez un mar de sal, pues tiene elevadísimas concentraciones salinas (casi 9 veces más que en los océanos, razón por la que resulta casi imposible sumergirse en él) y un mar sin vida, pues tal composición salina hace imposible la vida animal en sus aguas. Esto no significa que sea un mar pobre, al contrario. Desde tiempos inmemoriales ha suministrado no sólo sal común, sino productos de gran utilidad empleados para embalsamamientos en el Antiguo Egipto y sus abundantes potasas se han utilizado como fertilizante desde la Antigüedad. Hoy día es fuente de materias primas para la producción de cosméticos y destino turístico para más de 1,2 millones de personas al año.
Este mar peculiar, de un azul intenso, que comparten Jordania, Israel y la Cisjordania palestina, se encuentra en el lugar más bajo del planeta. Su emplazamiento, casi 400 metros por debajo del nivel del mar, hace que la radiación solar llegue bastante más filtrada que en otros lugares y no sea tan dañina para la piel como en otras partes, a pesar de que se encuentra en una zona desértica, de ahí que ayude a tratar la psoriasis. Asimismo, tiene otros factores beneficiosos para determinados tratamientos de salud, como las alergias (hay muy pocos pólenes y alérgenos en la zona), la rinosinusitis o los dolores en las articulaciones causados por la osteoartritis (por la composición salina del agua).
Con 76 kms. de largo y 16 en su punto más ancho, el Mar Muerto tiene actualmente una superficie algo inferior a la de Menorca, pero en 1945 tenía una extensión equivalente a un 50% más. Por desgracia, si las cosas siguen así, se calcula que dentro de un siglo apenas ocupará la mitad de lo que ocupa hoy día. Este proceso se ha acentuado desde los años 60, tanto por la utilización masiva para regadío de las aguas del río Jordán, que es su fuente principal de abastecimiento, como a la escasez de lluvias.
Para tratar de potenciar el Mar Muerto, se le ha promocionado como destino turístico, explotado como fuente de materias primas para cosmética y salud y se han tomado varias medidas para evitar su desecación. Entre las más espectaculares ha habido dos. La primera es la campaña conjunta entre Israel, Palestina y Jordania para conseguir que el Mar Muerto se convierta en una de las siete maravillas naturales del mundo, para lo cual, incluso, el conocido fotógrafo norteamericano Spencer Tunick retrató a 1.200 personas desnudas bañándose en sus aguas. La segunda es un viejo proyecto con reminiscencias proféticas (Ezequiel augura que al Mar Muerto volverá a la vida y sus aguas se sanearán) que consistiría en llevar agua desde el Mar Rojo hasta el Mar Muerto, es el llamado "Canal de los Dos Mares", que a través de 180 kms. llevaría agua desalinizada a Jordania y salada al Mar Muerto para evitar su desaparición.
A pesar de los esfuerzos realizados, la votación para declarar al Mar Muerto una de las siete maravillas naturales se perdió hace unos días y el acuerdo de 2005 entre Israel, Jordania y la Autoridad Palestina para construir el canal tampoco sale adelante.
Mientras tanto, este accidente único sigue muriéndose y quizá George Burns (por cierto, de origen judío) desde su tumba exclame: "No dejéis que se muera más el maldito mar".
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