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Es la inexorable ley de vida. La edad y la enfermedad no detienen su camino. Ya han desaparecido unos cuantos profesores de la Escuela de Periodismo de la Iglesia de Barcelona, entre ellos los hermanos Santiago y Carlos Nadal, Llorenç Gomis o el filólogo Joan Solà. Y el pasado lunes, día 14, fallecía a los 80 años de edad Josep Pernau Riu, quien durante casi tres décadas firmó la columna diaria "Opus mei" en las páginas de "El Periódico de Catalunya".

Con Pernau desaparece uno de los profesionales más destacados del periodismo catalán de los últimos cincuenta años. Algunas de las plumas más veteranas que compartieron mesa con él en diferentes redacciones barcelonesas, tales como Josep Maria Cadena, Antonio Franco, Josep Maria Sòria o Miguel Ángel Bastenier, han elogiado estos días, desde la sinceridad, el cariño y la gratitud, la brillante trayectoria humana y profesional de quien fue un excelente maestro para varias generaciones periodísticas. Un elevado número de los estudiantes y redactores de la época que se remonta a mediados de los años sesenta lamenta hoy la muerte de Pernau.

En su juventud Josep Pernau estudió Magisterio y ejerció su actividad docente unos pocos años, muy pocos porque su verdadera vocación fue el periodismo.

Paradójicamente, y sin darle la menor importancia, Pernau se convertiría en un gran maestro de periodistas. Fue el profesor titular de compaginación e impartía sus clases tipómetro en mano. Los alumnos del primer curso ignoraban en la clase inaugural la utilidad de semejante instrumento, pero pronto supieron que servía para determinar el número de líneas de texto en función del cuerpo o tamaño del tipo que se eligiera para componer un artículo. Las enseñanzas que impartía Pernau sobre diseño periodístico eran muy provechosas y amenas. Transcurridos más de cuarenta años, todavía conservo, entre mis amarillentos apuntes estudiantiles, las fichas que dictaba sobre los términos principales de la imprenta y la tipografía; un material que quedó obsoleto con la irrupción de los ordenadores y los nuevos conceptos aplicados en la maquetación. Nunca se borrarían sin embargo los principios básicos inculcados por tan entrañable profesor.
Las clases de Josep Pernau, por otra parte, no se ceñían a impartir la estricta asignatura de compaginación. También reservaba su tiempo para comentar la situación política de España y Catalunya así como las tensas vicisitudes internas en la prensa barcelonesa cuando el franquismo y la férrea censura, pese a la promulgación de la Ley Fraga, impedían el pleno ejercicio de la libertad de expresión. El anecdotario de Pernau era muy amplio y de gran interés para los estudiantes que llenaban las aulas de Vía Augusta. Fueron memorables asimismo las crónicas que escribió sobre la Cuba de Fidel Castro en los años sesenta a raíz de un viaje que realizó a la isla caribeña.

Pero la firma de Josep Pernau no se prodigó excesivamente. Siempre apostó por un trabajo duro y responsable, casi anónimo a los ojos del público lector, en los sucesivos cargos que desempeñó a lo largo de su vida profesional. Periodista que se ganó fácilmente el respeto y la amistad de sus compañeros, en 1966 participó en la creación del Grup Democràtic de Periodistes. En los años 50 inició su carrera periodística en "El Correo Catalán", donde fue jefe de información local. En 1964 se implicó en la salida de "Tele/eXprés", diario en el que asumió la jefatura de redacción primero con el director Andreu Artís 'Sempronio' y posteriormente con la dirección de Manuel Ibáñez Escofet. Tras la desaparición de este vespertino, Pernau participó en otra aventura periodística al ser contratado como subdirector de "Diario Femenino". Pero donde mejor demostró su valía de brillante profesional fue en "Diario de Barcelona", publicación que dirigió durante dos etapas. Tras ser destituido en febrero de 1977, Pernau trabajó en la revista "Destino" y más adelante en el semanario "Mundo". Y durante el periodo 1978-1980 asumió la dirección de "Mundo Diario" editado por Sebastián Auger. A partir de la década de los ochenta se vincula con "El Periódico de Catalunya" de Antonio Asensio para ejercer de editorialista durante veinte años -de nuevo su compromiso con el trabajo riguroso y la discreción- y para alumbrar con su exitosa columna "Opus mei" una diaria ración de desbordante ironía, alimentada como contrapunto de su seria e intensa dedicación al oficio periodístico.

He dicho más arriba que Josep Pernau fue siempre un periodista muy querido y respetado. Prueba de ello es que se vio empujado a presidir la Asociación de la Prensa de Barcelona durante el periodo de 1977-1981. Posteriormente presidió la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) y durante la etapa de 1991-1997 fue el decano del Col·legi de Periodistes de Catalunya. Entre las iniciativas que promovió el periodista catalán ahora desaparecido cabe destacar la aprobación del código deontológico que acata la profesión en la citada comunidad autónoma así como la creación del Consell de la Informació de Catalunya.

Descanse en paz este gran maestro de periodistas.