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Imaginemos por un momento que en el siglo XV se hubiera montado una polémica entre los españoles imperiales y los descendientes de los aguerridos vikingos sobre quién había llegado primero a tierras americanas. Vamos a ello.

Erik está de viaje hacia el sur. Lleva muchas jornadas a caballo y está cansado. La brisa ya huele a salitre del Mediterráneo. Entra en una taberna y mientras toma un trago escucha a unos marineros hablar de que un tal Colón ha vuelto a la corte de los Reyes Católicos afirmando que ha llegado a las Indias por Occidente. Erik se enfurece y espeta: "A esas tierras de las que habláis arribaron mis antepasados con los drakkars". A partir de ahí el escandinavo inicia una defensa acérrima de su verdad a través de cartas, trovadores y bandos en los árboles.

Puestos a desbarrar, pongamos en las manos de Colón y Erik una BlackBerry. El navegante crea el hashtag#mevoyalasindias. Y tras días de escribir tuits como: "esto es un agobio", "el personal se rebota", "el tocino está rancio"... de repente teclea tembloroso "el Pinzón ha visto tierra". Estetrinose convierte automáticamente en "trending topic" (tema del momento). Erik, que en ese momento estaba conectado a#vikingosparasiempre, ve el hashtag de Colón y tras leer la noticia la indignación corre por sus venas.

La polémica está servida. Los descendientes de los vikingos crean#nosotrosllegamosprimeroe inmediatamente se organizan en Facebook en torno al grupo "Vikindia". Los partidarios del almirante no se amedrentan, también atacan en la misma red social con "Colón mola mogollón". Y así hasta el infinito y más allá.

¿A cuenta de qué viene este delirio? Pues a que hoy la calle, los ateneos o los cruces epistolares están perdiendo terreno principalmente entre los jóvenes a la hora de ajustar cuentas. Lo que se impone son los 'sopapos' cibernéticos. En Twitter tenemos a diario y para todos los gustos. Dos ejemplos: peleas entre 'celebrities' (Christina Aguilera Vs Mariah Carey) o broncas entre deportistas (Cañizares Vs. Palop). Y aquí en casa, estas semanas se han desatado tormentas toponímicas y por el transporte.

Twitter y Facebook se han convertido así en bastiones, cuadriláteros, plataformas pro/contra... que ya forman parte de nuestras vidas. Las redes sociales son el ágora que mueve una parte del mundo. Es lo que hay.