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Inspirado probablemente por Defoe y, más concretamente, por su Robinson Crusoe, fue anotando en sobres de cartas ya leídas –su madre, y la guerra, le habían enseñado a reciclarlos- los "pros" y los "contras" de cada opción política. A lo largo de una campaña que se le hizo especialmente insoportable…El día de las elecciones se levantó temprano y, tras revisar la lista, adoptó su decisión final… Lentamente, con la última camisa limpia que le quedaba, se dirigió penosamente hacia su colegio electoral. La edad entorpecía su gesta, pero no mermaba su gozo por ejercer ese derecho… Tras acreditarse dejó caer su voluntad dentro de la urna y, cansado, fue arrastrando después sus ochenta años hacia la puerta de salida… Nadie supo jamás que en su papeleta –declarada nula- había escrito: "Voto a mi maestra"…

- Cuentan, Roig, que, tras su muerte, alguien halló su lista. En una columna había ido anotando las virtudes de aquella mujer que tanto había significado en su niñez rural. Y, en otra, una correspondencia casi siempre imposible con los políticos, aunque, guiado por su inquebrantable bonhomía, había incluido un "salvo honrosas excepciones"…

Lola, mi maestra, tenía vocación (columna 1). ¿La tienen los políticos? ¿Les guía verdaderamente una actitud de servicio o, por el contrario, prima el interés económico o el reconocimiento público? (columna 2).

Ella no creía en Maquiavelo (columna 1). Ellos, sí (columna 2).

Se había preparado para ejercer su profesión. Nuestros representantes, generalmente, no.

Asentir, obedecer, callar… Ministro de Defensa mudado en ministro de Agricultura y, si se tercia, después, en Ministro de Economía o Educación…

Lola sólo obedecía a su conciencia (columna 1). Disciplina de partido (columna 2).
Miraba sólo por el bien de sus alumnos. ¿Y ellos?

Lola sabía qué explicar, cuándo, cómo, por qué… Era consciente de los medios con los que contaba. Establecía una temporalización. Y, de tarde en tarde, revisaba lo hecho, reajustaba, argumentaba el reajuste y establecía las adecuadas medidas correctoras (columna 1) Programas electorales. Frases sueltas. Promesas eternamente repetidas (columna 2).

Se dejaba la piel, por amor sin medida, en su trabajo. Y ningún sufrimiento de ningún alumno le era ajeno… Recordando los textos evangélicos rehuía el fariseísmo. Decía. Y hacía lo que decía (columna 1) ¿Los candidatos? (columna 2).

Apenas contó con recursos. Rehuyó los honores. No prevaricó. No cometió cohecho. Murió en los lindes de la pobreza (columna 1) ¿Y en la otra orilla? (columna 2).

Nadie pudo ver el rostro del anciano, mientras, de la mano de Defoe, elaboraba aquella extraña "lista de la compra". De repente, un recuerdo de Lola iluminaba la faz de ese niño metido ya a octogenario… Escuela difuminada por los inmisericordes años; luces que traspasaban a duras penas los cristales rotos de la pobreza educativa de la época; macetas primorosas regadas con agua que emanaba de la sensibilidad; pupitres envejecidos en los que las palabras de amor tarde o temprano dejaban ya de tener sentido; líneas divisorias marcadas con tinta eternizada. También voces de niños recuperadas: "¡No te pases!" –amenazaba uno-. "¡Y tú tampoco!" –respondía otro-. Y aquella voz, la suya, que hablaba de valores, de perdón, de justicia, de solidaridad, de que no todo vale, de cortesía, de esfuerzo, de trabajo, de juego limpio, de poesía, de música, de respeto a la naturaleza y a la palabra dada…

Amaba y respetaba la vida en todos sus estadios (columna 1). ¿Ellos? (columna 2)
Tolerancia (1). Sectarismo (2)
Diálogo (1). Enfrentamiento (2)
Respeto al ciudadano (1) Nos toman por tontos (2)
Nadie pudo, sí, ver, el rostro del anciano…

En el recuento, las papeletas nulas vomitaban indignación, burla, amargura. La suya fue inaprensible…

Doña Lola, la maestra, se murió entre sábanas blancas y días limpios. Sin saber que, en el futuro, un niño metido a anciano le daría un voto, su voto, igualmente blanco, igualmente limpio…