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Qué tal don Pío? Yo bien, gracias. Quería comentarle una cosilla. Sus actuaciones en el Senado me suelen parecer bastante correctas. Desde el punto de vista del contenido, opino que sin llegar a ser tan demagógicas como las de otros senadores y parlamentarios ( no solo de su partido) no dejan de tener su encanto. Desde el punto de vista formal, la puesta en escena me parece sencillamente impecable. Con su gran dominio de la técnica del mimo, transmite a través de la expresión de su rostro (mezcla de infinita paciencia, cansancio y desengaño) todo el dramatismo que permite el medio (un escaño no es exactamente un plató, a pesar de que tenga vocación de tal) y mantiene brillantemente la tensión con una utilización muy profesional de inquietantes silencios y sobrecogedoras miradas. En resumidas cuentas, que me cuento entre los admiradores de sus dotes dramáticas. El único problema es la pasta que me cuesta. No se ofenda, pero eso mismo que hace en la cámara lo podría hacer (sin coste) en el vecino parque del Retiro. Bastaría para ello que se habilitara un "retiro corner", como en Hyde Park y allí podría usted hartarse a hacer preguntas de calidad (parece ser que para los senadores del montón se valora la cantidad de preguntas a la hora de medir su competencia, pero en su caso es la calidad lo que suma) . Yo también hago preguntas (gratis) que resultan ser (como las suyas) irrelevantes, en el sentido de que no tiene la menor importancia para la sociedad el hecho de que me respondan o no, o incluso el contenido de la respuesta (si ésta se llega a producir) porque no es vinculante. Vivo con la sensación de que lo que sucede en el Senado ayuda tanto a resolver nuestros problemas como lo hacen las reuniones de la comunidad de vecinos de la casa de mi madre. Solo que éstas son (de nuevo) gratuitas (no le cuestan a usted dinero) mientras que las sesiones del Senado, de indudable calidad teatral (aunque no crea, a veces en las comunidades de vecinos despuntan talentos increíbles) resultan muy caras. Note, don Pío que tienen ustedes un caché importante. Los ciudadanos paganinis (a los que quizás no sería exagerado empezar a llamar "pringados") empezamos a mosquearnos de tener que pagar tantas facturas innecesarias. Quizás habrían amortizado un poco el coste de su institución si hubiesen conseguido paralizar por ejemplo las obras de los aeropuertos que se han creado sin sentido alguno y que no solo costaron un riñón en su día al ser construidos, sino que siguen costando otro riñón en concepto de sueldos de directores, empleados, seguridad, mantenimiento, etc., sin que dispongan del elemento tan llamativamente deseable, aunque ausente en alguno de ellos, como son los vuelos. Tampoco han servido sus gestiones (si es que las hubo) para poner freno al despilfarro generalizado que se ha producido en este país a manos de socialistas, populares, alcaldes, presidentes de comunidades autónomas y todo tipo de hijo de vecino que dentro del subgrupo de nuestra fauna que se dedica a lo público han tocado poder.

De todo eso don Pío no han dicho ustedes ni pío. O si han dicho algo, no ha servido para nada. Conste que si me dirijo a usted no es por nada personal. Lo mismo podría decir a cualquier otro senador sea del partido que sea. Le escribo a usted sencillamente porque me parece el más entretenido, sobre todo cuando no repite consignas horneadas en maitines (en estos casos los mensajes suelen ser bastante mediocres). De hecho, en general parece ser que los equipos de creación de consignas de los partidos no son como para tirar cohetes. Supongo que encuentran enormes dificultades en proponer hoy lo que defenestraron ayer y criticar hoy lo que aplaudieron antaño y el estrés de estar cada día practicando este tipo de piruetas les lleva a concatenar sandeces de forma quizás un punto salida de madre.En fin, que me estaría hablando con usted toda la tarde, pero se me acaba el espacio de la columna. Tengo que dejarlo. Me queda un hueco quizás para hacerle un ruego. Ahora que se lleva mejor con Zapatero, (supongo que viéndole chapotear en el fango antes de hacer mutis se habrá ablandado su corazón en la misma proporción que ha disfrutado del espectáculo) dígale de mi parte por favor cuando le vea por los pasillos adornado con esa sonrisa tan tontorrona (y ahora ya tan chocante por fuera de lugar) que su declaración de arrepentimiento por no haber conseguido reformar el Senado me ha conmovido profundamente. Lástima que al ver que no podía con la empresa no se le haya ocurrido cerrarlo. Hubiera sido un detalle.