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El curso acaba de empezar con sus benéficos efectos sobre unos escolares cansados de tanto asueto, aunque no lo parezca, y unos padres decididamente agotados por los juegos de equilibrios hechos para compaginar su jornada laboral, más o menos reducida, con las vacaciones de los peques de la casa. Como cada año, lo hace con normalidad. El hachazo con la compra del material escolar, la masificación y la falta de inversión en los colegios e institutos son el pan nuestro de cada vuelta a las aulas, lo que permite a los responsables educativos quedarse tan panchos diciendo que todo ha ido la mar de bien. Pero no, no va la mar de bien. Lo ejemplifican los cerca de 30 alumnos en las aulas de Infantil de muchos colegios de Menorca. Y en las de Primaria, Secundaria y Bachillerato, añadirán algunos, aunque respetando los problemas de cada edad, no es lo mismo un niño de 3 años que uno de 15 y no quiero pensar en la sensación de desbordamiento de las profesoras (en este ciclo, mayoría) cuando los peques se peleen, y lloren. La normalidad es eso. Ir rateando en Educación hasta que las clases tengan como en la infancia de muchos 45 alumnos, sin que el profesor tenga ni la consideración ni la autoridad de entonces, ni los padres la conciencia de que todo empieza en casa.