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Hablábamos la semana pasada de los cantamañanas del llamado pensamiento positivo que inundan programas de televisión y libros de autoayuda para hacernos creer que cualquier desgracia es buena para emerger de ella hechos poco menos que unos supermanes inmunes a todo tipo de kriptonita. Los tiempos difíciles y turbulentos que estamos viviendo, sin que llegue a atisbarse la luz al final del corredor, son el caldo de cultivo adecuado para estos interesados visionarios que juegan con la desesperación y credulidad de las gentes para llenar sus carteras esquilmando las de los creyentes en sus baladronadas.

Pero también son tiempos propensos a los fenómenos de abducción de masas (esto se conoce desde Hitler, que supo capitalizar a su favor el colapso de la república de Weimar), proclives siempre a encomendarse al moisés de turno que conducirá a su desdichada tribu a la tierra prometida. Este es el camino que parece haber tomado el, por lo visto, amplísimo "sector Torrente" del madridismo, tremendamente frustrado por la prolongada hegemonía de su eterno rival. "Su dedo nos marca el camino" rezaban el otro día las pancartas del Estadio Santiago Bernabeu, escenario de tantas bellas y nobles epopeyas del pasado, referidas al que consideran sólido (?) magisterio del profeta Mourinho en pos del único objetivo: terminar con la afrenta.

Los demagogos profesionales no apelan a la razón ni a la mínima cortesía. Por ello no se disculpan jamás de sus tropelías. Ellos se dirigen directamente al corazón de la tribu, la grada en este caso, porque defienden a los suyos de las permanentes conspiraciones de los enemigos para apartarlos de lo que les corresponde porque la verdad está de su parte. El conductor de masas nunca es responsable de las derrotas sino que siempre son achacables a las malas artes de su enemigo. Tampoco importa que el resto del mundo desmonte sus delirantes excusas y demuestre admiración infinita hacia su pérfido enemigo y agria censura hacia sus pendencieros métodos. Nunca jamás admitirá que su adversario es sencillamente mejor. Y tampoco le importará cargarse las instituciones (la selección española en este caso). Todo por derrotar al Maligno. ¿Y si no lo consigue?

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¿Revive Maó /Mahón? Indiscutiblemente los martes sí, gracias a la magnífica iniciativa y encomiable empeño de Tato Rabasa, alma mater de las noches de música en la ciudad. Se espera el efecto contagio y que la ciudadanía siga saliendo a la calle, los comercios prolonguen sus horarios y el puerto reviscole. En este sentido son estimulantes las reuniones entre Ayuntamiento y comerciantes del puerto, pero no se acaban de entender los recelos a la restricción horaria (¿de ocho a doce de la noche, por ejemplo?) de la circulación portuaria. También parece moverse el asunto del ascensor incorrupto. Aleluya: mi amigo Nacho del Cachito podrá descansar (en gloria). Por cierto, no sé si conseguirá el ascensor, pero los lectores hemos hallado a un gran articulista.

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Pero no todo el monte es orégano: los tambores del pesimismo azotan a otra entidad emblemática de la sociedad civil mahonesa, Juventudes Musicales, inquieta y desesperanzada ante la falta de recursos económicos para dar continuidad a sus fantásticos festivales de verano que aportan un plus de calidad y prestigio a las noches estivales. El programa de este año que concluyó el miércoles en el Teatro Principal, a la espera de la traca final en La Mola, ha sido tan brillante que duele en el alma la posibilidad de que haya sido el último.

Apoyar a Juventudes Musicales o al Ateneo nunca pueden ser considerados gastos suntuarios…

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Me preguntan una y otra vez por mi nieta y mis abueleces. Bueno, la niña ha tomado posesión de Villa Inés, un pequeño cercado con casita incluida a la vera del ullastre, desde donde me lanza destellos con sus pupilas orladas de azul plateado así como misteriosas parrafadas que me esmero en desentrañar. Se lleva bien con Tronya y Allen, aunque los ostensibles celos de los animales me obligan a contemporizar hablando continuamente con ellos para que no se sientan desplazados de mi universo de afectos. Ahora mismo, mientras escribo bajo el árbol centenario, cuento los minutos que faltan para ir a buscarla a la guardería mientras humedezco mis labios para silbarle "Es Mahón"…

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"Las grandes fortunas de Francia piden pagar más impuestos ante la crisis". ¿Será este el dedo que nos señala el camino en lugar de la pezuña de Mourinho? Por lo menos parece que los ricos franceses no creen demasiado en el mantra neoliberal de que las bajadas de impuestos generan recuperación inmediata de la economía. Y es que necesitamos ideas más que eslóganes, a partir de la moderación que no es otra cosa que aquella predisposición del ánimo que nos hace adoptar nuestras ideas a la realidad en lugar de forzar la realidad para acomodarla a nuestras ideas.

Feliz rentreé.