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¿Tensionar el ambiente? Al contrario, esponjarlo para poner cordialidad y tomar decisiones acertadas. Y para eso, ahora que acaba el curso, recuerdo que el pasado mes de mayo se conmemoraba el 150 aniversario del nacimiento, en Calcuta, de Rabindranath Tagore, el más prestigioso escritor indio que fue Premio Nobel en 1913. Tuvo la alegría de ser traducido al castellano por Zenobia Camprubí, de la mano del que fuera esposo de esta, Juan Ramón Jiménez. Y ya sabemos todos que solo otro poeta de altísimo nivel puede traducir con fidelidad la poesía o prosa poética a otro idioma. Y es eso, "hablar el mismo idioma", usar el mismo registro y matices en la comunicación lo que se hace imprescindible en este siglo XXI de espantosa algarabía. ¿Por qué con tanta frecuencia se da el autismo intelectual entre gentes que hasta presumen de estudios, de autoridad, de representatividad o de posición social? ¿De dónde sale tanta incapacidad para ponerse en el lugar de los demás y así mejorar las relaciones humanas? ¿Qué motiva el individualismo rampante que fulmina la mejor creatividad y el mejor idealismo de nuestros jóvenes?

Amigas y amigos, urge trabajar la sensibilidad, la cortesía en las relaciones, el respeto a los demás y a uno mismo. No es normal que cuando te preguntan ¿de qué lado estás? en un asunto vital para el bien común, contestes, ¡del de mis asuntos! ¡No todo vale! No quien grita más o es más agresivo va a tener forzosamente la razón. Como decía Jorge Luis Borges, "tu odio nunca será mejor que tu paz".

¿Es posible rectificar las actitudes violentas, resentidas y crispadas que desgraciadamente abundan en nuestra sociedad, en todos los niveles de relación? No cabe duda que sí, pero a costa de entrenarse, a costa del esfuerzo por ver el bien del otro, por admirarse de la maravilla de lo pequeño y cotidiano que empapa la vida. Con prudencia, por supuesto, pero con la mano tendida. Aplicando soluciones a los problemas, soluciones quizás imperfectas, pero soluciones.

En esa línea, y aunque es cierto que a cualquier edad tiene uno que controlar el énfasis en el hablar o el escribir, también creo que, pasando los años, con ojos abiertos o cerrados, en duermevela o en insomnio pasajero, en ciudad bulliciosa o en pueblecito solitario, es ahora uno más condescendiente con el énfasis de la propia mirada.

Eso es lo que nos ocurre cuando batallamos por construir la paz: ponemos énfasis en la mirada. Cuando encendidos vemos en el otro, en la otra, a alguien con grandísima dignidad, por el que vale la pena dar la vida. Sin dudar que harían lo mismo por uno si fuese necesario, sin dudar en ser benevolentes con los demás.

¿Tonta inocencia? ¿Sensiblería barata? ¡No! Regresando a Tagore, podríamos decir con él: "¡Corazón mío, calla tú, que estos grandes árboles son oraciones!"… "Llevo en mi mundo que florece todos los mundos que han fracasado." Y ese renacimiento, esa mirada intemporal pero llena de historia, ese hondón del alma, son los que regeneran, los que susurran pasión por defender la libertad de los demás, y también la propia.

Valga todo lo antedicho para animarles a leer "Gora: Una juventud en la India", que tal vez ya trabajaron de adolescentes pero que vale la pena revisitar. Es una de las novelas más representativas de Tagore. En ella se presenta un retrato magistral de la sociedad bengalí a través de la epopeya de su protagonista. Es una historia de la India –la podemos ver como muestra de nuestro mundo globalizado– cuya diversidad de razas, culturas y religiones, pero sobre todo la división en castas, provocan un vértigo muy parecido al que en algunos momentos podemos sentir, grandes y pequeños, en la actualidad.

Es un llamamiento a la sindéresis, ese sentido común para lo bueno que las prisas, la soberbia y la irreflexión arrojan a la cuneta de nuestros días, con el peligro de condenar a occidente a una espumosa mediocridad, o a un sincretismo estomagante.

Pongamos distancia con los enrevesados laberintos de mustios charlatanes y teorizantes varios. Acudamos a la "poesía", para entender el corazón de quien nos habla, para traducir en compromiso enamorado el verso de una mirada y de un amable "sé quién eres".