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Los problemas existentes para el acceso a las playas vírgenes y el debate sobre la capacidad de los aparcamientos en las zonas naturales se han repetido un verano más, con el consiguiente perjuicio que supone para la imagen de la Isla que se llevan los visitantes en su álbum de recuerdos de las vacaciones. Las idílicas postales con que se promocionan en el exterior unas calas de arena blanca, rodeadas de pinares y aguas transparentes siguen siendo, para bien o para mal, uno de nuestros principales reclamos como destino turístico. La saturación que se produce en julio y agosto genera frustración y enfado en aquellas personas -sobre todo españoles- que no quieren abandonar Menorca sin haber disfrutado de tan atractiva oferta. Cala en Turqueta, Macarella, Son Saura o Cala Mitjana son algunos puntos de la costa que padecen, año tras año, una masificación a la que no se le ha dado una respuesta adecuada por parte de las administraciones insulares. Ahora ya es tarde para buscar alternativas y la precipitación no es aconsejable. Por ello, el Consell y los ayuntamientos deben empezar a trabajar ya para consensuar un plan, respetuoso con el medio, que pueda aplicarse de cara a la próxima temporada.