Si le preguntaran a usted cual es la silla más terrorífica del mundo, respondería que la eléctrica. Pues no, habría perdido el millón a la mejor respuesta. La silla más terrorífica es la que debe ser utilizada en los asientos traseros del vehículo para trasportar a nuestros pequeños vástagos. Creo que se busca y con elevadas recompensas a quien facilite datos sobre quien la ideó. No dudo de que el niño vaya seguro, pero quien debe instalar al crío y proporcionarle seguridad, corre el riesgo, con el tiempo, de sucumbir en el intento.
Se echa de menos una serie de datos y pautas a seguir para su total efectividad, a saber: A) Los padres, y sobre todo los abuelos, carecen de formación astronáutica, cómo manejarse en pequeños habitáculos y cómo ensamblar correas y enganches en corto espacio de tiempo y lugar. B) Como no se ve cuando los enganches están ensamblados, se echa de menos ese ansiado y potente "clic" que salvo que utilices sonotone no lo oyes y que te certifica que la misión está cumplida. C) No existe póliza que asegure a los abuelos asistencia médica por esguince, tirón cervical, lumbalgia galopante o rotura de tabique nasal tras aterrizaje en plancha por deslizamiento de alfombrilla. Si a todo eso le añadimos que la operación "embarque de angelito" se ha llevado a cabo en pleno agosto, a la refrescante hora de las 16, es casi obligado acordarse de la familia de muchos. ¡Cotellada a determinados inventos!
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