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Lo siento, hoy no es día para críticas ni para otras historias. Ha muerto un amigo del alma. Ha muerto Paco. Estoy realmente devastado por la noticia. Un Fukushima en el corazón. Las noticias de las últimas semanas habían sido muy deprimentes ya que había empeorado, pero uno sabía de su fortaleza física y todos manteníamos aún la esperanza. Ya había conseguido superar una vez esa enfermedad canalla pero ahora la naturaleza y el destino (¡qué mísero!) han tenido otra opinión y han marcado otro camino. ¡Maldito sea el virus que se lo ha llevado!.

No quiero ser pedante con estas líneas todavía escritas en momentos de máxima sensibilidad y bajo el shock de lo inesperado, de lo indeseado y con el desgarro en el alma. La noticia ha sido terrible para quienes veníamos manteniendo una relación de casi cuarenta años.

Nuestra amistad viene de familia y se ha consolidado si cabe en esta la tercera generación. Su abuelo y el mío ya fueron amigos. Nuestros padres, Quico y Nelson, también lo fueron, colaboraron profesionalmente y los dos amaron su profesión de industriales bisuteros. A mí solo me quedará esforzarme para que nuestros hijos Alfonso y Nelson, la cuarta generación, sigan esta tradición entre nuestras dos familias.

Paco era especialmente un caballero discreto. Nunca salió de él una palabra ofensiva para nadie, nunca una palabra más alta que otra. Era pura educación. Su cuna era culta y ello impregnaba su comportamiento. Pero Paco era esencialmente una buena persona. Era sensible y humano. "Es feia estimar per tothom". No creo que nadie pueda tener una opinión diferente. Amigo de sus amigos podías contar, siempre, con él en los momentos más difíciles.
En su vertiente más humana era un tío divertido y simpático como nadie. Nunca me he reído tanto ni me lo he pasado mejor como con él. Su presencia era garantía de buen rollo. Su risa era contagiosa. Los incontables recuerdos y las múltiples situaciones que pasamos juntos me atosigan. Últimamente (los años pasan) compatibilizaba su trabajo industrial con su vertiente jurídica. Fiel como nadie al recuerdo de su padre (¡cuánto sufrió con su larga enfermedad!) nunca quiso dejar el vínculo que le unía a una profesión tradicional menorquina como es la bisutería que formaba parte indisoluble de nuestras vidas. ¡Cuántas anécdotas y charlas irónicas sobre las características más hilarantes sobre nuestros bisuteros menorquines! (para algunos Paco Hernández era simplemente "En Nàndes"). Su ironía mostraba su inteligencia. Siempre fue un muy buen profesional, siempre fiable.

Para quienes nos congratulamos de haber sido sus amigos personales se difumina y se apaga una parte de la vida social de una generación de mahoneses. Recuerdos imborrables de los tiempos de Amarillo, El Cachito, Tapachula, Pigalle, Menta, Chocolate, y final y especialmente "Cristanal y Gradinata", sí, donde nuestro amigo Chiqui sigue impartiendo humanidad. Ahora muchos sitios perderán pedigrí sin su presencia.

Aficionado a la música pasamos muchos ratos escuchando discos. Recuerdo que fuimos a escuchar un concierto de Van Morrison en Barcelona que nos alucinó, otro de los Rolling Stones, etc. La música fue también vínculo de unión de nuestra amistad.

Tuvo la suerte de casarse con la chica adecuada. Katrina ha sido una buena esposa y una gran madre para sus dos hijos. Se han complementado perfectamente y han formado un matrimonio ejemplar. Ha sido especialmente emocionante ver y sentir el amor que se tenían cuando la enfermedad apareció en sus vidas. No dudo de que Paco haya sido feliz.
Mis más sentidas y profundas condolencias a su mujer y compañera Katrina, a sus hijos Julia y Alfonso que siempre, siempre, podrán estar muy orgullosos de su padre, una gran persona. También a su madre Carmina, y a sus hermanos Carmen, Gracia, Ildefonso y Eugenio. La muerte no siempre es una despedida. "La muerte no nos roba los seres queridos. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo" …as tears go by. Un abrazo eterno, querido Paco.