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He titulado de esta manera el presente escrito tan solo para señalar el punto de partida, pero lo cierto es que no voy a hablar de ese acontecimiento solemne que enfervorizó a una masa de creyentes de hace un siglo, aquellos antepasados nuestros que vivían estos acontecimientos de una manera que podríamos considerar admirable para lo que ahora se gasta. Simplemente me gustaría ofrecer un par de añadidos al artículo que con un título semejante fue publicado por el diario el pasado 20 de junio. Que no entienda su autor, el respetado don Guillermo Pons, al que sigo en sus artículos y libros, que deseo corregirle en punto alguno, porque de esto (y de casi todo) sabe más que yo, pero estas apostillas también pueden resultar curiosas.

En primer lugar aparece en su rememoración el nombre del religioso agustino Restituto del Valle Ruiz (Carrión de los Condes, Palencia,1865-1930), autor del himno del Congreso, el popular "Cantemos al amor de los amores", que todos cuantos tenemos algunos años hemos oído innumerables veces (al que puso música Juan Ignacio Busca de Sagastizabal). Efectivamente estuvo destinado en Mallorca y se involucró fuertemente con la cultura de la isla, frecuentando a los más renombrados escritores y demostrando un conocimiento profundo de sus composiciones. De ello hay constancia en un volumen de comentarios críticos, donde reunió una serie de escritos que había compuesto por aquellos años (Estudios literarios. Prólogo de Juan Alcover. Barcelona, Juan Gili Editor, 1903). Se ocupa de los mallorquines Raimundo Lulio, Miguel Costa, Miguel Mir y Alcover, así como de los poetas españoles Bécquer, Campoamor, Núñez de Arce y Zorrilla.
En la sección de literatura "mallorquina" incluye también un capítulo dedicado a José M. Quadrado, a pesar de que no ignora su origen ciudadelano, como se encarga de señalar en las primeras líneas. El contenido de las cuartillas que le ofrece es un tanto tópico, pues repite en gran medida los elogios que estaba recibiendo desde todas partes, reiteradas cuando se produce su fallecimiento en 1896, pero denota el seguimiento que ha realizado de su obra, así como el aprecio y la admiración que le profesa. Repasa su contribución a La Palma, su empeño en sacar adelante varios tomos de los Recuerdos y bellezas de España, la aportación de su ensayo de interpretación histórica Forenses y ciudadanos, y los volúmenes donde recopila sus Ensayos religiosos, políticos y literarios que no logró ver íntegros en la calle.

Para este culto agustino Quadrado tiene una privilegiada inteligencia, "amaestrada y curtida desde bien temprano en el violento ejercicio de esa lucha a diario de que vive la Prensa militante" (p. 45), algo evidente en su caso, pues durante muchas etapas de su vida estuvo entregado al trabajo de las redacciones y a sacar adelante combativas publicaciones periódicas, con gran carga de confesionalidad en algunos casos. En definitiva, un sabio al que hermana con Ramón Llull y al que despide poco después de su óbito, cuando "Mallorca entera, que conocía el poder intelectual y las excelencias morales de su hijo, sentirá por mucho tiempo ese hueco indescriptible que deja en su corazón la falta de aquel hombre" (p. 59).

Nacimiento de un diario

Otra sugestión que nos produjo el artículo de don Guillermo Pons está relacionada con un acontecimiento periodístico de envergadura, como es el nacimiento del diario católico El Debate. Quienes han historiado la aparición y desenvolvimiento de tan gran periódico (nosotros mismos hemos dedicado muchas páginas a esa plétora de medios que se cobijaron bajo el paraguas de la Editorial Católica) saben que la decisión de salir a la búsqueda de los lectores procede precisamente del entusiasmo despertado en varias personas con el desarrollo de aquel Congreso Eucarístico.

Como han contado sus protagonistas, el día 29 de junio de 1911, después de la solemne procesión con que concluía el evento y cuando todavía se apreciaba el olor del incienso y de los pétalos lanzados, paseaban por la calle de Alcalá Ángel Herrera Oria, presidente de la Asociación Católica Nacional de Jóvenes Propagandistas, y los bilbaínos José M. Urquijo y Domingo Epalza. La conversación derivó hacia las acciones que deberían ponerse en marcha para unir a los creyentes españoles y aumentar su presencia pública, pues consideraban que los gobernantes no les tenían en cuenta. Allí mismo se tomó la decisión de comprar alguna cabecera, de las que Madrid tenía en abundancia, para transformarla en el gran rotativo nacional que muchos estaban solicitando con insistencia.

Al final se quedaron con El Debate, un diario católico que atravesaba hondas dificultades para sostenerse. No fue fácil encontrar el dinero para comprarlo y hacer frente a las dificultades que se encontrarían para su lanzamiento. La ayuda de aquellos promotores de La Gaceta del Norte, su enorme generosidad más bien, fue lo que permitió que el 1 de noviembre de 1911 saliera a la calle en su nueva época, luchando por hacerse un hueco (pronto celebraremos el centenario del comienzo de aquella aventura). Ángel Herrera, un joven abogado del Estado, lo dirigió hasta 1933 (después se apartó del ejercicio profesional del periodismo, se hizo sacerdote y terminó como cardenal de la Iglesia católica).

La historia de aquel diario es densa y fructífera. Murió en julio de 1936 a manos de los republicanos, pero tampoco los franquistas le permitieron que viviera. Su relevo lo tomó el diario Ya en abril del treinta y nueve. Pero lo que queríamos poner de manifiesto es que la semilla de esta voluntariosa y fecunda empresa germinó al calor del citado Congreso Eucarístico.