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La renovación de las instituciones culminó ayer con la constitución del Consell de Menorca, que doce años después ha vuelto a manos del PP con la más cómoda mayoría de la que la corporación ha disfrutado jamás. Las expectativas han de estar forzosamente vinculadas con ese resultado, el vuelco implica cambio en la gestión y en la acción política de un nivel de administración que ha logrado ya un importante corpus competencial y presupuestario y que, sin embargo, transmite la sensación de hallarse en permanente construcción.

La eterna reivindicación del transporte aéreo y la flexibilización de ciertos aspectos del Plan Territorial constituyen dos ejes de actuación inaplazables, de acuerdo con la prioridad obtenida en la campaña. La situación económica demanda iniciativas de estímulo a la inversión y la creación de empleo, el tradicional argumento sobre las escasas competencias del órgano insular en esta materia no sirve para eludir una reorientación de los recursos con criterios de productividad. El aumento de autogobierno, a pesar del tiempo transcurrido, ha de seguir como premisa de una administración que gana eficacia en tanto es más próxima al administrado.