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Prácticamente en los 8.108 ayuntamientos españoles están ya gobernando o están a punto de hacerlo los alcaldes y concejales emanados de las urnas del 22-M.

Seguramente una de las alcaldesas más breves de la historia municipal española habrá sido la de Chipiona (Cádiz). Dos días le ha durado el cargo a Isabel María Fernández Orihuela, de IU, puesto que al segundo día decidió presentar su dimisión. Curiosamente había alcanzado la primera vara municipal gracias al PSOE. Al dimitir (Chipiona tiene 17.000 habitantes) encabezará la alcaldía el PP.

De una alcaldesa que ha durado dos días, a María Rita Barberá Nolla (62 años, economista y periodista). alcaldesa de Valencia desde el día 5 de julio de 1991. Lleva la friolera de 20 años como alcaldesa de la capital del Turia. Si lo de la fugaz alcaldesa de Chipiona me parece anecdótico, mal…muy mal me parece lo de la alcaldesa de Valencia, sobre todo cuando estos personajes aferrados como lapas a la poltrona dicen que hay que "regenerar el partido". No son pocos ni pocas los que sin echar la vista atrás dicen sin escucharse que es bueno lo de la "savia nueva", ceder a otros las responsabilidades. Yo creo que los que han hecho una forma de vida de su bien remunerado cargo y que dirigen desde su butacona el feudo donde reinan, piensan que los que tiene que cambiar son los demás. Ellos y ellas se creen imprescindibles. Una "bendición" para sus gobernados, aunque en este caso, en el año 2009, un particular, un tal Álvarez Pérez, alias "El bigotes", capitoste de la trama Gürtel en Valencia, revelase en una llamada telefónica captada por la policía, que en los últimos cuatro años hizo regalos a Rita Barberá". La alcaldesa, a través de su jefe de prensa dijo que "jamás en su vida a recibido ningún regalo del Bigotes".

Estas cosas son como las nubes, que por negras y gordas que sean, y aunque a veces truene o lluevan "chuzos de punta", al final siempre escampa. En política, al menos en nuestra política, es costumbre que escampe incluso antes de que truene o llueva, porque caer, lo que se dice caer, aquí no cae ni un solo rayo político.

Otra señora alcaldesa que estos días ha hecho notar su reciente victoria electoral, siendo a la sazón la primera mujer que alcanza a presidir el ayuntamiento de Aranjuez, María José Martínez la Fuente (PP) ha dicho cosas tan sensatas como: "No habrá comidas de trabajo, se trabaja en los despachos y no subiré en el coche del alcalde que vale 60.000 euros; lo subastaré y usaré otro de bajo consumo."

Excelentísima señora alcaldesa: no sabe usted lo que me reconfortan estos principios suyos llenos de sentido común, sobre todo cuando unos 60 municipios de la autonomía madrileña tienen muchas, por no decir casi todas las papeletas, para ser más pronto que tarde declarados en bancarrota, en quiebra técnica y real "gracias" a los manirrotos que han dirigido el activo y el pasivo de los dineros públicos de sus respectivos ayuntamientos, despilfarrando a troche y moche, quizá incluso ignorando que entre el activo y el pasivo, tiene que haber un dinero como consecuencia de una correcta política financiera.

Cuando se gasta lo que no se tiene y tantas veces además en lo que no hace falta, lo primero que se genera es una deuda y lo segundo el pecado capital de no haber sabido gobernar haciendo aflorar el despilfarro con unos dineros que nos son de quien los gasta, sino del contribuyente, aunque eso al político le cuesta mucho metérselo en la cabeza.

El dinero público tiene que ser gastado con absoluta prudencia, incluso diría que malgastarlo debería ser punible ante la ley.

No van a ser pocos los ayuntamientos en España que en estos cuatro próximos años van a tener serias dificultades para pagar las nóminas a sus trabajadores. Algunos están prácticamente en quiebra, y los que no, tampoco están por eso para tirar cohetes.

Complejas van a ser las ecuaciones a los nuevos mandatarios para cuadrar unas cuentas tan descuadradas. En definitiva un mandato difícil y además cada vez más vigilado por el ciudadano, en este punto harto de estar harto con el trabajo de algunos pésimos gestores de las arcas públicas.