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El ejercicio de la política se ha desprestigiado en exceso. De ello son responsables los partidos políticos, los medios de comunicación cuando tuercen los criterios profesionales, y los ciudadanos, cuando delegan sin compromiso y critican sin discernir los objetivos. El ejercicio de la política es honorable y quienes optan a ello merecen el respeto de la sociedad y su crítica responsable. En tiempos de crisis, los ciudadanos miran a los políticos que han elegido porque esperan de ellos que lideren los cambios, los procesos que han de mejorar el futuro económico y social. Cuando el ejercicio de la política pierde la defensa de los intereses generales y se pierde en las miserias de los intereses partidistas provoca el rechazo de los ciudadanos y el distanciamiento de los políticos.

La política es la conciliación de los intereses divergentes y de puntos de vista morales distintos, en una actitud generosa de servicio a la sociedad. La gestión política no es sinónimo de defensa de planteamientos ideológicos, sino de la capacidad de alcanzar acuerdos en beneficio de la comunidad que les ha elegido. Por tanto, todos tenemos la oportunidad en estas elecciones de recuperar y de respetar la dignidad del ejercicio de la política.