Algunas preguntas tontas

Culpables: ¿Quizás la crisis?

La crisis por sí sola no alcanza a explicar satisfactoriamente tanta decadencia, ya que otros destinos turísticos españoles, Ciutadella sin ir más lejos, no sufren tan penosa situación. A raíz de este contraste se me ocurren algunas preguntas
-¿No hubiera sido extraordinariamente beneficioso para el puerto que el proyectado ascensor de conexión con un aparcamiento fuera una realidad no ya hoy día, sino hace años; tantos como se viene prometiendo el proyecto e incumpliendo la promesa? ¿No hubiera evitado este servicio una fuga constante de posibles clientes hacia otras zonas de la Isla con mejor accesibilidad? ¿Quién es el responsable de este retraso? ¿Tiene conciencia del irreparable daño que ha causado? ¿Le importa? ¿Alguien le pedirá cuentas?

-¿No hubieran mejorado las cosas si se hubiese establecido en el puerto una zona peatonal en un calendario y horario sensatos, digamos por ejemplo dentro de los meses de verano durante las comidas y cenas? ¿Qué fue del tren que recorrería el puerto desde los estacionamientos periféricos? ¿Quién ha dinamitado estos proyectos? ¿Por qué? ¿Es consciente del daño causado por la inacción y la dejadez? ¿Le importa?

-¿No sería quizás oportuno que el precio del transporte aéreo fuera un poco menos irrazonablemente caro para los que pretenden visitarnos? ¿Puede que sea ridículo que cueste lo mismo el vuelo a Menorca desde destinos peninsulares que pasar tres días con vuelo y hotel incluido en Mallorca por ejemplo? ¿Quién ha tratado de hacer algo al respecto?

-¿No hubiera sido preferible que los precios de los amarres (superiores a los de muchos puertos de la Costa Azul por ejemplo) fueran más acordes con los servicios ofrecidos a cambio? ¿No sería más sensato que el abastecimiento de gasoil para los barcos no fuera tan raquítico que obligue a esperar horas a personas que intentan disfrutar de sus embarcaciones sin hacer colas tercermundistas? ¿Quién responde de que pasen los años sin que se haga nada al respecto?

Bien pudiera decirse de nuestros gobernantes lo que alguien dijo refiriéndose a Arafat: no han perdido la oportunidad de perder una oportunidad.

Al calor de las elecciones vuelven a florecer las promesas ( ya con olor a naftalina) de hacer realidad por fin estas mejoras tan necesarias, pero suenan en nuestros oídos como las promesas de matrimonio en los oídos de la doncella cuando el novio pretende anticipar las delicias conyugales.

Normalmente la falta de soluciones se achaca a la complicación de poner de acuerdo a las distintas administraciones implicadas en el asunto. A esto les diría que Borja Carreras consiguió construir un puerto e imagino que debió tener que pelear para conseguirlo, luego es posible con voluntad y trabajo. Construyó un puerto, que ha permanecido tal como lo dejó sin que nadie añadiera ni siquiera un tiesto durante décadas; al contrario, aquel puerto que tenía personalidad y encanto, lo ha ido perdiendo a manos de la mediocridad. Se han abortado proyectos muy beneficiosos y que no precisaban de gasto de suelo sin razón explicada, se han dejado arruinar edificios por no dar permiso de reconvertirlos, mientras se ha permitido reducir el espejo de agua y realizar nuevas construcciones sin armonía con lo existente. Se ha expulsado a base de zancadillas a personajes de relieve (incluso internacional) que un día enamorados de Menorca, pretendían establecer aquí su refugio favorito, y que ahora con el despecho que produce el maltrato andarán despotricando por el mundo contra nuestra isla. A veces se acaba otorgando permiso para proyectos que han permanecido en el cajón casi diez años. Por supuesto los promotores renuncian: han abandonado la idea, algunos posiblemente hayan fallecido, pues tiempo han tenido para envejecer. ¿Nadie tiene que responder por tanto desatino?

A los que ven atractivo el escenario de una Menorca sin turistas les diría que aunque alguno se sienta blindado por su condición particular o por la magia de los sueldos a perpetuidad, posiblemente no lo estén sus hijos, familiares o vecinos, y pueden verse en un futuro cercano abocados a la precariedad que amenaza ahora a otros a los que por otra parte desprecian. El dinero que aporta el turismo, quiérase o no, es necesario toda vez que se han desmantelado, con la misma herramienta de Don Tancredo, una tras otra el resto de alternativas. Algunos verían envidiable que los turistas que piensan visitarnos mandaran un cheque con la suma que tenían pensado gastarse y evitaran sin embargo incomodarnos con su presencia. El maltrato al turista consigue su incomparecencia, pero lo de enviar el cheque no lo ven tan claro.

El turismo bueno apreciará sin duda las zonas vírgenes (mis felicitaciones por haberlas preservado así) y las maravillas naturales de la Isla (cosa por cierto que no llegará a conocer el turista del todo incluido) pero apreciaría también calidad en el servicio, el sentirse bienvenido, el pensar que no todo van a ser trabas si decide establecer aquí una segunda residencia o pretende poner en marcha alguna iniciativa empresarial.

Al margen de las frases publicitarias que cada grupo construye y luego repite con disciplina, ¿Algún partido de los que se presentan a estas elecciones tiene el compromiso serio y la posibilidad de poner al frente del operativo resolutorio de estos problemas a alguien competente, con energía y capacidad de reunir y comprometer a los agentes de quienes dependen las decisiones? ¿Alguien con el coraje suficiente como para construir incluso un pacto al estilo de Euskadi, si fuera el caso (como muchos piensan) de que fuesen los partidos bisagra (votados por una minoría ) los que pesan como una losa con su inercia sobre el desarrollo sostenible (que desea y necesita la inmensa mayoría)?
Me gustaría pensar que existe este partido y esta persona. Luego habría que tener la suerte de que ganara las elecciones. Difícil carambola.