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Volar de Menorca a Palma y volver el pasado fin de semana cuesta 107 euros a un residente (214 a un peninsular que se haya perdido por aquí). No quedan tarifas de 86, el precio superreducido de nuestro servicio público interinsular. Sales de Menorca en un ambiente de absoluta tranquilidad. Ni el camarero canta ópera el sábado por la mañana. Será su día libre. Ya se ha abierto el ala lateral, que en invierno permanece cegada. Ahora tampoco haría falta en la isla menor, pero nos estamos preparando para la extraordinaria temporada que nos espera. Al llegar a la capital de la isla mayor, el caos te abraza. "Ayer fue el día de los alemanes, hoy les toca a los ingleses", explica un conductor de silla de ruedas, que lleva a una anciana británica de cierto parecido con la reina madre. Cientos de británicos se agolpan junto a las cintas para recoger sus equipajes. Todas están llenas. En el panel informativo, aparece el vuelo que ha llegado de Menorca pero no hay cinta asignada. Llegan más aviones de Inglaterra, cinco, diez, todos con su cinta. Menorca va subiendo la lista de espera pero sigue en blanco. No hay servicio de información. Un teléfono verde, con una voz al final del hilo. "Todavía no han asignado cinta". Los pasajeros de la isla menor son solo tres, contra 3.000 ingleses decididos a ganar la Champions. Al final uno de ellos ve su maleta, abandonada en una de las cintas británicas. Y piensa, "Menor no siempre significa peor".