29-IV-11
Boda real en Gran Bretaña. Pam, mi profesora de cabecera en diálogos improbables, me anuncia una jornada de dedicación exclusiva a la televisión. Son curious estos ingleses con su irreductible apego a la monarquía, o por lo menos a sus pompas y circunstancias. De todas formas, por muy elegante que se ponga la señorita Kate nunca llegará al glamour de Diana, la princesa desairada que casi dinamita la casa de Windsor. Además, como "princesa del pueblo" era bastante más presentable que Belén Esteban…
30-IV-11
Comida en Es Migjorn en casa del míster de su equipo nacional, que ya va tomado cariz monárquico por lo tradicional (José I de Es Hortals). Esta vez nos reunimos poetas eximios, expertos en cine negro, exjugadores de fútbol, damas inglesas con renacido orgullo tras el bodorrio, oftalmólogos culés, bellas mamás, ciutadellencs varios, migjorneras de desbordante simpatía, y la sin par Inés, para cantar una oda a la primavera y de paso zamparnos unos excelsos tordos de la madre de Sito y un buen arroz, que lo espiritual no quita lo mundano.
1-V-11
Día del Trabajo, o sea, de la utopía. Llevo días revisando, en cómodos plazos, "Novecento", la inmortal película de Bernardo Bertolucci sobre los albores de los movimientos obreros en Italia y donde unos jovencísimos Robert de Niro y Gerard Depardieu escenifican el secular enfrentamiento entre patronos (De Niro) y obreros (Depardieu). La película adolece de cierto histrionismo propio de los tiempos, sobre todo por parte de un sublime Donald Southerland convertido en epítome del más siniestro fascio, pero sigue siendo un documento artístico imprescindible.
Bien, decía trabajo = utopía e insisto: las cifras de paro son aterradoras y más allá de zarandear al descoyuntado muñeco de Zapatero hay que pasar cuentas a toda una clase política, de izquierdas y de derechas, que durante los años de vino y rosas (el famoso boom español) no nos explicaron que nuestra economía era de cartón piedra y que había que tomar medidas para cambiar el modelo productivo. Y no lo hicieron por la miopía (simulada) propia del gremio que no mira más allá de las próximas elecciones. Aquello que se llamaba "visión de Estado" es simplemente una reliquia.
2-V-11
No comparto el júbilo de los ciudadanos norteamericanos por el ametrallamiento de Bin Laden, aunque el mundo esté mejor sin él. Me disgustan las celebraciones por la muerte de quien sea y más si es violenta y me preocupan (y repugnan) las ejecuciones sumarias. Pero entiendo su alivio, que es el nuestro y el de los ingleses, también heridos por los zarpazos de Al Qaeda. Alivio que inmediatamente genera una nueva inquietud por la temible reacción de la bestia herida…
3-V-11
Otra vez me encuentro remando contracorriente en un asunto de enjundia y, como el inmortal personaje de Herman Melville, Bartleby el escribiente, "preferiría no hacerlo". Pero lo de callar por prudencia no es lo mío, así que, al río. Y es que no comparto la generalizada corriente de opinión contraria a la participación del mundo abertzale en las próximas elecciones. ¡Quieren colarse en las elecciones!, exclaman con estrépito de vestiduras rasgadas, cuando a mí me parece una gran noticia, como cuando los terroristas irlandeses manifestaron el mismo deseo, rechazaron la violencia, y acabaron consiguiéndolo para bien de su país. ¡Es que son los mismos!, insisten; naturalmente, no han cambiado de opinión, siguen queriendo la independencia del País Vasco, sólo de métodos…
Me temo que no haya razones jurídicas de peso para impedir una participación democrática que haría más real el parlamento del País Vasco. Y me temo que si no es el Tribunal Constitucional será el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el que nos va a obligar. Aunque no nos guste.
3-V-11
Ante el guirigay de los comentaristas patrios, inmersos como de costumbre en teorías conspiratorias, me remito a la prensa extranjera. "L'Equipe", por ejemplo, el más prestigioso de los diarios deportivos europeos: "La victoria del juego", titula. Y remacha: "A la salida de los cuatro clásicos, el juego ha terminado por imponerse al rechazo del juego". Oui, monsieurs: Balones, sólo balones.
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