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Entretenidos con el anuncio de retirada de José Luis Rodríguez Zapatero, aunque excesivamente distraídos respecto al interés que requiere la cita electoral del 22 de mayo. Transcurrido casi un mes desde que el 2 de abril el presidente Rodríguez Zapatero anunciara que no será el candidato del PSOE en las elecciones generales de 2012, no ha logrado cerrarse el debate sucesorio, como pretendía el todavía líder de la socialdemocracia española. El debate sigue vivo y así lo reflejan -cumpliendo con su obligación de informar- los medios de comunicación.

A pesar de que el presidente del Gobierno rogó en la reunión de la ejecutiva federal de la citada fecha que se aplazara el asunto del liderazgo del PSOE hasta después de los comicios del 22-M, su partido fue el primero en no hacerle caso alguno. Si bien mi opinión no pinta nada, permitan que exprese mi punto de vista: Rodríguez Zapatero se precipitó innecesariamente y cometió un error político que puede pagar muy caro su partido. Porque, a mi modo de ver, para seguir controlando la situación Zapatero tenía que haberse mantenido firme ante la presión política y mediática y limitarse a comunicar que agotará la legislatura y que hasta el próximo otoño no iba a desvelar la incógnita sobre su disposición o no a revalidar la candidatura para las legislativas de marzo de 2012. Con ello habría cortado de raíz las especulaciones internas para que su formación política centrara toda su atención en el 22-M, cita obviamente decisiva para calibrar el poder presente y futuro del PSOE.

Así que el debate sucesorio no cesa y mantiene entretenidos a todos, al PSOE, a la oposición y a la opinión pública que todavía sigue con especial interés la actualidad política. Todos entretenidos pero al mismo tiempo distraídos en relación a las elecciones locales y autonómicas. Entretenidos puesto que no deja de hablarse de la convocatoria de primarias (por cierto que Felipe González se mostró contrario a su celebración) y en los medios se suceden las informaciones y declaraciones sobre las respectivas posibilidades de los precandidatos Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón. Mientras no debe descartarse que surjan otros nombres, cabe recordar aquí una reciente entrevista con el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, publicada en "El País" el pasado día 24, o una crónica aparecida el día siguiente en "La Vanguardia". Preguntado por el periodista José Manuel Romero, Blanco advirtió en el primer periódico que no toca hablar de sucesión antes del 22-M; sin embargo no tuvo el menor inconveniente en abundar sobre las primarias, las expectativas generadas en torno a Rubalcaba y Chacón y la posición de neutralidad -que no indiferencia, precisó- que adoptará como vicesecretario general en ese proceso. En el rotativo catalán, por otra parte, se indicaba que una primera e importante discrepancia entre ambos precandidatos es la fecha de las primarias: Rubalcaba, según reseñaba el periodista Juan Carlos Merino, preferiría celebrarlas cuanto antes -siempre después del 22 de mayo-, en tanto que Chacón desearía disponer de más tiempo y que no se convocaran antes de octubre próximo. Por lo demás, incluso el propio Rodríguez Zapatero no ha eludido comentar su decisión en una entrevista en YouTube, entrevista en la que declara que siempre ha sido partidario de limitar a dos mandatos la presidencia del Gobierno.

De modo que el debate sucesorio sigue vivo y distrae de otras cuestiones más urgentes. Tampoco se entiende que, tras el anuncio de retirada, de inmediato se propagara que el PP se iba a quedar sin argumentos para continuar atizando a Rodríguez Zapatero. Un cálculo erróneo, como se ha visto, puesto que el partido de Mariano Rajoy se mantiene en sus trece y no parece tener la menor intención de alterar su cansina estrategia de atacar a Zapatero y su gobierno por su política global o por cualquiera de sus políticas sectoriales. Para el PSOE tiene que ser muy duro aguantar como desde la oposición se lanza que este país cuenta desde primeros de abril con un presidente interino al frente de un gabinete de ministros interinos.

No debe olvidarse, por otro lado, que al PP ya le va de perlas que le entretengan y le distraigan con la marcha de Zapatero; porque mientras tanto no se abordan otros asuntos ni se concretan propuestas de mayor interés para el electorado. Además, con independencia de los resultados que vaya a deparar el 22-M, Rajoy tiene que ocupar el mucho tiempo de que aún dispone en su tercera carrera que espera le conduzca hasta La Moncloa. Al respecto, es muy probable que parte de ese tiempo lo llene el líder del PP con periódicas referencias que sigan alimentando el debate sucesorio desde una óptica externa, desde las filas de la oposición. Una postura lógica y comprensible. Bien está que Rajoy no quiera aburrirse, pero habría que solicitarle que evite sobre todo aburrir a la ciudadanía, cuando menos a buena parte de ella. Que con la crisis reinante y con muchos y graves problemas sin resolver (el paro entre ellos), es un lujo inadmisible que los principales dirigentes de este país inviertan tantas energías y tanto tiempo en el debate de sucesión de Rodríguez Zapatero. Y más cuando dentro y fuera del PSOE se coincide en que como presidente ya está plenamente amortizado.