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España presume de ser uno de los países más visitados del mundo, el segundo después de Francia, concretamente. Con unas condiciones extraordinarias a la hora de hacer las delicias de un turista, el territorio ofrece mil y una alternativas culturales y gastronómicas sea cual sea el lugar que se recorra. Muchos de estos visitantes 'cometen el error' de viajar solo a las grandes ciudades, como Madrid, Barcelona o Sevilla, y vuelven a casa sin saber que nada tiene que ver Canarias con Galicia o Mallorca con Granada. Eso sí, hay algo que comparten todas las comunidades españolas: un insuficiente nivel de idiomas, incluido el inglés. Este hecho se ha convertido en un problema serio. La dictadura de Franco cerró las puertas a las lenguas extranjeras y el posterior sistema educativo tampoco ha hecho hincapié en su enseñanza. Igualmente, somos de los pocos países que doblan las películas, en lugar de verlas subtituladas. A la hora de acceder a según qué puestos de trabajo, la empresa debería solicitar un alto nivel de inglés, algo que sí ocurre aquí con la lengua catalana. También debería exigirse en las universidades, sin contar con que cada uno de nosotros debería preocuparse por su enriquecimiento propio. No puede ser que personal del mundo turístico, políticos, cuerpos de seguridad o de centros médicos sean incapaces de comunicarse en inglés en un lugar que vive del turismo. Estando así las cosas, se debería contar al menos con un traductor, más que nada para evitar situaciones incómodas y que rocen lo cómico.