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Nada relevante ha sucedido –o al menos nada ha trascendido– desde que hace ya diez días Nueva Rumasa anunciara el preconcurso de acreedores. La falta de medidas y la escasa información directa en contraste con las abundantes noticias sobre las empresas de la familia Ruiz Mateos han disparado la incertidumbre. Los proveedores de materia prima y los trabajadores son por su dependencia directa la parte más interesada en una salida, pero la repercusión indirecta y la preocupación alcanzan a buena parte de la sociedad menorquina.

Instituciones, directivos de la fábrica de Maó y representantes sindicales negocian el futuro de Quesería Menorquina desde la convicción de que con una buena gestión tiene viabilidad, que la parálisis y la crisis en las que se halla son consecuencia del holding empresarial al que pertenece. El primer objetivo, por tanto, debe caminar en esa dirección, desligar la planta menorquina del grupo, con el compromiso claro de la Administración a tenor de la importancia que el hipotético arreglo tiene para la economía insular y que, en cualquier caso, será más eficaz cuanto menos se demore.