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Esta semana se está realizando en Madrid un prestigioso congreso bajo el título «La Sagrada Escritura en la Iglesia». Es un acontecimiento de singular relieve por la categoría de quienes desarrollan las ponencias y por el interés que muestran quienes participan en el evento. La oportunidad de la convocatoria está avalada por la cercanía de unas singulares actuaciones eclesiales que la han precedido, como son el Sínodo de Obispos sobre la Palabra de Dios (octubre de 2008), y la publicación de la luminosa Exhortación Apostólica Verbum Domini (30 de septiembre de 2010), con la que Benedicto XVI ha recogido las aportaciones de dicho sínodo y ha comunicado a toda la Iglesia unas excelentes directrices para el fructuoso aprovechamiento del don divino de la Palabra inspirada por parte del pueblo cristiano.

Además la celebración del actual Congreso que se lleva a cabo en Madrid coincide con la presentación de la versión oficial de la Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española. Se trata de lo que era un vivo anhelo manifestado desde tiempo atrás, cual es el que España contara con una versión oficial de la Biblia, destinada a la proclamación de la Palabra de Dios que se hace en las celebraciones litúrgicas, cuyo texto notablemente mejorado podrá coincidir plenamente con la lectura que podrá hacerse en el seno de las familias, así como en la plegaria individual y en estudio personal de los textos bíblicos. Esto era ya una realidad en muchos países, que desde ahora por fin tendremos ya en España, y que, con pequeñas variantes de léxico, esperamos que podrá extenderse a otras naciones de lengua española.

Como se puso de relieve en el mencionado sínodo episcopal y como lo expresa el Papa en su mencionada exhortación es de vital importancia para el pueblo de Dios su cercanía a las fuentes de la Revelación divina y el poder hacerlo con la debida orientación y guía de la Iglesia, a la cual ha sido confiada la custodia y transmisión de la Verdad revelada.

Así se expresa el Papa sobre este importante don de la Verdad contenida en la Biblia y en la Tradición, donde se nos manifiesta lo que Dios se ha dignado comunicar: «En definitiva, mediante la obra del Espíritu Santo y bajo la guía del Magisterio, la Iglesia transmite a todas las generaciones cuanto ha sido revelado por Cristo. La Iglesia vive con la certeza de que su Señor, que habló en el pasado, no cesa de comunicar hoy su Palabra en la Tradición viva de la Iglesia y en la Sagrada Escritura. En efecto, la Palabra de Dios se nos da en la Sagrada Escritura como testimonio inspirado de la revelación, que junto con la Tradición viva de la Iglesia es la regla suprema de la fe» (Verbum Domini, 18).

Es muy importante también lo que afirma el Papa al decir que «la eclesialidad de la interpretación bíblica no es una exigencia impuesta desde el exterior; el Libro es precisamente la voz del Pueblo de Dios peregrino, y solo en la fe de este Pueblo estamos, por decirlo así, en la tonalidad adecuada para entender la Escritura» (Ibid. 30). Nos avisa también Benedicto XVI acerca de dos peligros a evitar en el estudio y la lectura de la Palabra de Dios, cuales son: el considerar la Biblia como un simple testimonio histórico y literario del pasado, sin verla como el don de la revelación divina, confiada a la Iglesia; y por otra parte una interpretación fundamentalista y aislada de sus palabras, sin considerarlas en conjunto y sin mirarla en relación con toda la Tradición entregada a la Iglesia, como Pueblo de Dios y que ha de ser interpretada a la luz del Magisterio confiado a los Apóstoles y a sus sucesores.

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En sintonía con las constataciones del mencionado Sínodo de los Obispos y con la Exhortación del Papa se ha de poner de relieve la importancia de la nueva traducción de la Biblia en español. En efecto Benedicto XVI se expresa así: «Sabemos que traducir un texto no es mero trabajo mecánico, sino que, en cierto sentido, forma parte de la tarea interpretativa» (Verbum Domini, 46). A esto principalmente ha ido encaminada la versión que bajo la guía de los obispos se ha realizado, con el trabajo de veinticuatro especialistas de diversas instituciones y de varios países. Acompañan al texto abundantes notas a pie de página, muy esclarecedoras, aunque breves, y por tanto de fácil comprensión. Además son muy oportunas e ilustrativas las introducciones a cada uno de los libros bíblicos. Acompañan al volumen un completo índice litúrgico y varios mapas.

Otra característica de la edición, realizada por la muy prestigiosa editorial «Biblioteca de Autores Cristianos» (Madrid), es su pulcritud y elegancia, dentro de la sencillez. El tamaño de la letra favorece en gran manera la lectura y hace de esta Biblia un elemento muy favorable tanto para el estudio y la investigación, así como para la meditación y la plegaria.